La Pasión no acaba

Valor y precio

El político no ha de ser ejemplar, quien debe serlo es el hombre. Y lo será por sus actos, por los gestos, por el hecho más que por el dicho. La honradez no...

Publicado: 24/06/2020 ·
22:20
· Actualizado: 24/06/2020 · 22:20
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  • Juan Carlos Cabrera, delegado de Seguridad y Movilidad. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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El político no ha de ser ejemplar, quien debe serlo es el hombre. Y lo será por sus actos, por los gestos, por el hecho más que por el dicho. La honradez no está a la venta en los grandes almacenes, no hay página web que te lleve el porte de la decencia a tu domicilio por más que cargues el clic del cesto de la compra. La rectitud viene envuelta en el cordón umbilical protegida por la sangre de una madre a la que cortarán el hilo conductor pero jamás la simiente. Una buena persona lo lleva en el torrente, en el latido, en la sonrisa. Lo es porque no puede ser otra cosa. Hay personas con cargo que no han cambiado su ritmo vital, la estima al prójimo, el respeto por el bien común y una escala de valores sustentada en la razón y el alma a partes casi iguales. Y por eso tienen un alto valor, que no un alto precio.


Quien rema en las galeras con el único objetivo de que el barco llegue a puerto y suda la sal del trabajo diario con la ilusión del niño que aguarda el abrazo de su madre no tiene más remedio que triunfar -con más o menos alharacas y fanfarrias- ante los ojos de la justicia. La persona de quien hablo tiene cuarteadas las horas del reloj de tanto trabajar, gastadas las suelas de los zapatos y cansados los ojos de buscar los resquicios que solucionen los problemas de la tierra que ama. No le duele el esfuerzo ni presume de las medallas.


El Delegado de Fiestas Mayores de la ciudad más hermosa del mundo debería ser renombrado y pasar a ser Delegado Mayor. Y no es que importe el tamaño (su cartera de compromisos es amplia y dibuja un nombre responsable tan extenso como feo) pero sí es fundamental la grandeza. Juan Carlos Cabrera es uno de los aciertos más contundentes de Juan Espadas. Ayer fue el santo de los dos y hoy me viene al corazón la sonrisa del hombre que acaba de despojarse de su fajín para que sea la dueña del rebaño quien luzca más honores en sus benditas caderas de la fe.


A esta hora Juan Carlos Cabrera sentirá tras las gafas el rubor de quien está seguro de no merecer un artículo escrito desde el respeto de un juntaletras que pretende descoser lo bueno de lo malo. Aquí tenemos a un servidor público ejemplar, un hombre íntegro, un caballero que detrás de la sonrisa que siempre regala se devana los sesos y los años pateando las entrañas de Sevilla y sus claves. Cabrera es el enfermero del corazón de la ciudad, el bedel que organiza sus claves, el vigilante, el conductor de las urgencias, es el celador y el auxiliar del pulso de mi tierra. Porque el médico vive en San Lorenzo.


Es importante, por lo que supone de acierto, que el Alcalde confíe en un hombre como él. Yo, si fuera Juan Espadas, también lo haría.

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