Han sido sólo tres meses que han parecido un tiempo infinito”. Lo decía Pedro Sánchez en la definitivamente sexta y última petición de prórroga del Estado de Alarma. Entre el 8 y el 21 termina este periodo tan insólito de la vida española, según el progreso de la salud y el retroceso del virus que se vaya observando en las distintas comunidades autónomas. Y tanto que ha sido un tiempo infinito. Para los que no han dispuesto de un sustento en sus casas, para los que no han podido siquiera ver a sus padres o hijos, para los que han tenido a sus familiares en territorios remotos, aquejados de este mal tan inquietante, para los que han visto sus negocios cerrados o sus puestos de trabajo perdidos o en peligro.
La novedad de este periodo es que las comunidades autónomas tendrán todo el protagonismo normativo y político, salvo en la movilidad extracomunitaria, que se la reserva el ministerio de Sanidad. El otro punto destacado es el del papel que tendrán los ingentes fondos europeos en la recuperación española. Se trataría de 140.000 millones de euros para España. No es ninguna bagatela. Habrá recuperación, pero podrá ser más rápida y eficiente en la medida en que los fondos lleguen pronto y se empleen adecuadamente. Ya era hora de mirar al futuro y no de enredarse en las trifulcas tan habituales como odiosas del pasado, a las que nos tiene habituados el Congreso.
Tiempo infinito se ha tardado también para que se escuche en las Cortes que la bandera española se pactó así para unir y no para separar y que el virus verdadero es el veneno del odio, insulto y la provocación. El discurso del presidente del Gobierno hacía falta. Altura de miras y esperanza en el futuro ante lo que se avecina. Se está terminando una etapa, pero da toda la impresión de que los buenos mensajes caen en saco roto. “Cada pleno se hace más irrespirable”, sentenció Íñigo Errejón. Era la constatación de que las buenas intenciones no triunfan en Madrid. Sí han triunfado en Oviedo -aunque sea telemáticamente - donde el jurado del Premio Princesa de Asturias de la Concordia ha reconocido la labor de los profesionales sanitarios españoles que han trabajado en primera línea contra la pandemia. Si hay un galardón ganado a pulso y lágrima, es éste.
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