La Pasión no acaba

Sudor y bilis

Me confieso ferviente seguidor y admirador incansable de los jóvenes que dedican horas de abnegada entrega, de trabajo constante en sus hermandades...

Publicado: 12/02/2020 ·
20:49
· Actualizado: 12/02/2020 · 20:49
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  • Devoción cofrade. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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Me confieso ferviente seguidor y admirador incansable de los jóvenes  que dedican horas de abnegada entrega, de trabajo constante en las dependencias de su Hermandad a cambio de obtener la mera satisfacción interior de amor sin fisuras a su fe, primero, y a las imágenes devocionales después. Son jóvenes, están todo el año (no ahora que se acerca la Cuaresma) con sus manos metidas en el calendario de su segunda casa y acuden tanto a la llamada de las parihuelas como a su obligación con el Evangelio. Son formales y formados, constantes en el esfuerzo y sin más interés de futuro que el crecimiento de su Hermandad. Llegan a casa tarde y cansados después de un día que empezó con las obligaciones de cualquier joven pero que terminó con una que se han echado a la espalda por convencimiento, por amor.

A estos jóvenes no les importa lo más mínimo ese submundo cofradiero instalado en las envidias, en el mal gusto, en la provocación, en la banalidad, en los dimes y los diretes, en la basura social de unas redes sociales que a menudo nos hacen pobres. Los jóvenes a los que admiro no participan nunca del llenado del nivel de los bidones del odio y prefieren patear muchos asuntos para que queden lejos de su inteligencia, metidos en la bolsa de la mera anécdota. Los jóvenes que me gustan no estigmatizan, no aman la controversia y escapan del continuo reencuentro con esas críticas que bajo el disfraz cutre de lo que llaman -es mentira- “crítica constructiva” escupen maldades una y otra vez sin más intención que lastimar. Dicen de ellos que practican el buenismo y que eso es un problema. Nada más lejos. Sus corazones no tienen espacio para esas milongas que no aparecen en los libros que guardan y preservan los valores auténticos de las personas con un corazón más limpio.   

Chirigotas, teatralizaciones, carteles o debates absurdos quedan muy lejos de las prioridades de unos jóvenes -hay muchos- que sólo quieren que sean ya las ocho de la tarde para entrar de nuevo a esas dependencias en las que corre de verdad el calendario de sus vida íntimas, ciertas, ricas. No entran al juego, no caen, no pican porque derraman su sudor y no la bilis.

Admiro a los jóvenes cofrades que huyen de los colmillos retorcidos, de los abonados al club de las envidias, de los que quisieron ser y no llegaron a serlo por falta de talento o exceso de mala fe, los que viven para la provocación porque de lo contrario sólo provocan indiferencia. Los jóvenes que yo respeto y aplaudo están ahora mismo deseando que sea la hora. Volverán a la Hermandad. Primero al sagrario, después a sus Titulares y en seguida a trabajar. En lo que sea. Se ve la felicidad en sus caras. No pondrán pegas. Pondrán amor, fidelidad y talento. Los admiro.

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