La Plaza es Nueva y el libro viejo. Viejo no, veterano como los libreros que adquieren y revenden literatura universal. Los "puestos" de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión (ocasión ideal para emprender nuevos viajes a través de la lectura) abren sus entrañas cada mañana para hacer trueques mágicos. Tú das tres, cinco o diez euros y ellos colocan en tus manos auténticas bombonas para inhalar vida a pulmón abierto, con las puertas del alma descolgadas para que no cierren el paso al maravilloso viaje de leer. Llevarse al corazón la mejor literatura de todos los tiempos cuesta menos que un paquete de tabaco. Vivir cuesta tres euros. Suicidarse lentamente vale cuatro. En nuestros días es más caro matarse que vivir una felicidad plena. Nos gusta más el alquitrán en las arterias que los versos en el caudal de una sangre que recorre todos los rincones de nuestro ser.
También hay joyas que cuestan una fortuna, claro. Pero, en todos los negocios que acuden a este encuentro con el paraíso, venden casi a granel las letras grandes y fabulosas de todos los tiempos por poco más de un billete pequeño. Historia, ensayo, novela, arte y teatro, ficción y grandes obras, enciclopedias, desguaces de textos olvidados, colecciones de escaso éxito, premios insólitos y encuadernaciones curiosas, todo. Son libros, sí. Libros, objetos al fin y al cabo que ocupan dos lugares. Uno en el espacio físico de la casa. Otro en tu corazón, o en el mío.
Un libro es siempre un viaje, una aventura, una vida nueva que nos regalan si la queremos vivir. Leer es ponerse en otra piel y en otro mundo. Leer es crecer. Leer es revivir (volver a vivir). Leer es siempre una oportunidad para matar fantasmas y besar princesas, para ahuyentar demonios y pisar jardines frescos con los pies descalzos. Es un placer similar a la respiración honda y abierta del valle limpio.
La Plaza es Nueva y el libro viejo. Viejo no, veterano. Y ofrecen una vida a estrenar, un universo que nace, una aventura sin igual. En el bolsillo debes llevar las ganas de ser feliz y un puñado pequeño de euros. Te atenderán con la magia de quien se sabe (el librero) médico del corazón del lector, siempre necesitado de letras. Y la receta, seguro, te hará sanar. Ve. Lee. Vive.
Las autoridades que velan por nosotros deberían recetar más libros, más lectura. Porque leer cura, es verdad. Apaga el cigarro y enciende la cubierta de un libro. Empieza por ahí. Llévate a casa en las manos un libro y empieza por sentir tu tacto. Aprende a quererlo y deja que él te quiera. Lee. Lee aunque sea sin receta. Vas a comprobar que se puede vivir por tres euros.
