Cada vez que los vecinos de uno o varios barrios se movilizan en protesta por la inseguridad, desde el Ayuntamiento y/o la Delegación del Gobierno se responde que no hay más inseguridad en Sevilla sino sensación de inseguridad, la supuestamente auténtica causa de la inquietud ciudadana. Al utilizar el término sensación, las autoridades minimizan y reducen el problema a una mera percepción subjetiva del vecindario, no amparada en datos reales. Sin embargo, la estadística semestral del Ministerio del Interior confirma que hay algo más, bastante más que sensación. Hay inseguridad en toda la amplitud del término, ya que se ha incrementado el número de actos delictivos en todas las modalidades del Código Penal, salvo en homicidios y violaciones.
A título de ejemplo, los robos con fuerza han crecido en un 66,9%; los robos en viviendas, en un 37,1%, y los robos con violencia e intimidación, en un 10%. Son el tipo de hechos delictivos que, por su proliferación, contribuyen a disparar la alarma social, por más que las Administraciones Públicas traten de ocultar o de poner paños calientes a la estadística. La seguridad es condición “sine qua non” en cualquier sociedad, y máxime en una ciudad turística como la nuestra, dependiente de su proyección exterior. Es preocupante que mientras los delitos crecen, el número de policías mengua o sigue congelado pese a las promesas de la clase política.
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