La Tribuna de Nertis

Menores (y VI)

En el ámbito colegial se han producido frecuentemente burlas entre los alumnos, que no han pasado de constituir leves molestias para los que las reciben...

Publicado: 18/06/2019 ·
22:21
· Actualizado: 18/06/2019 · 22:21
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La sociedad, la política o la justicia desde el punto de vista de los miembros del despacho Nertis Legal

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En el ámbito colegial se han producido frecuentemente burlas entre los alumnos, que no han pasado de constituir leves molestias para los que las reciben. Sin embargo, con el tiempo se han ido imponiendo estas conductas por medios cada vez más violentos, que van desde agresiones físicas hasta acosos personales ciertamente relevantes. El fenómeno, denominado en el espacio occidental “bullying”, resulta aún más gravoso si se piensa que el ofendido no se atreve a denunciar los hechos por miedo a las represalias y se ha cobrado ya numerosos daños psicológicos difícilmente reparables, incluso no pocos suicidios. Una cuestión de creciente gravedad, que obliga a una constante actitud de vigilancia por los padres de los cambios de comportamiento y actitudes de los menores pues denotan la incursión en una actitud generalizada de pequeños colectivos propensa a comportamientos de maldad incomprensibles, sin duda impulsados por imitaciones de las bandas callejeras sudamericanas, las famosas “maras”, de progresiva implantación en España.

El horrible fenómeno de la mal llamada violencia de género ha supuesto una espiral incontrolable y creciente de maldad, a cuyo cómputo ha contribuido la ejercida por extranjeros, legal o ilegalmente instalados en nuestro país. Ese comportamiento de violencia se va extendiendo al mundo de los adolescentes. La desastrosa e incontrolada política migratoria del gobierno y la consideración de que sea España uno de los más castigados receptores de la inmigración ilegal, ha tenido su reflejo también en los jóvenes de forma acusada. Y ello porque estos, irremisiblemente indocumentados, que acceden a nuestras costas son recluidos en centros de acogida por un tiempo determinado. Sin perjuicio de la evidencia de su violento comportamiento en los propios centros, con constantes agresiones a sus cuidadores por parte de algunos, se insertan luego en la calle sin conocimientos del idioma, las costumbres, las normas de comportamiento convencionales y sin una educación mínima. Asaltan su quimera como manadas imparables y, naturalmente, desean participar en las anheladas prácticas libertarias de sus nuevas amistades, el acceso a las relaciones sexuales, a conductas propias de una absoluta incultura e incorporarse en pandillas que acosan a otros jóvenes hasta incidir en violaciones y hostigamientos, cada vez más frecuentes e impunes. La lamentable política migratoria, la nula atención educativa a los menores inmigrantes, han acabado por generar un gravísimo problema que España sufre ante la indiferencia de sus socios europeos.

Con esta finales reflexiones podemos concluir estos seis capítulos reiterando la imperiosa necesidad de cuidar a nuestros menores, educarlos, iniciarlos en un mundo de valores, prepararlos para su irrupción en la vida una vez pertrechados del suficiente conocimiento para optar en libertad entre caminos. Como conclusión final, les debemos respeto a sus mundos, instrumentos para su felicidad y vivir en plenitud su inocencia. Como creyente, así se lo pido a Dios con todas mis fuerzas y permitirán que dedique estas aportaciones a mis seis nietos, a los que procuro cuidar con todo mi amor.

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