La Tribuna de Nertis

Menores (II)

"Si algo no soporto es la falta de educación”. La frase la pronunció hace tan solo unos días el eminente cirujano plástico don Pedro Cavadas...

Publicado: 21/05/2019 ·
23:10
· Actualizado: 21/05/2019 · 23:10
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"Si algo no soporto es la falta de educación”. La frase la pronunció hace tan solo unos días el eminente cirujano plástico don Pedro Cavadas, reconocido internacionalmente por sus éxitos en trasplantes y reconstrucciones imposibles. Y nos sitúa ante el problema capital en la formación del niño y en el declive de las buenas costumbres que asolan nuestra sociedad.

Ya en la Declaración de Ginebra de los Derechos del Niño, de 1924, se decía: “El niño debe ser educado inculcándole el sentimiento del deber que tiene de poner sus mejores cualidades al servicio del prójimo”. En 1959, Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño y más tarde llegaría la Convención sobre los Derechos del Niño, que data de 1989. Todas estas declaraciones, y otras posteriores,  se formulan en similares términos.

Tradicionalmente la educación del niño se ha gestionado entre el magisterio de sus enseñantes y la atención amorosa y constante de sus familiares. Incluso en tiempos pretéritos existió una asignatura denominada “Urbanidad”, compendio de lo que puede considerarse un manual de buenas costumbres. Su importancia radica en que el menor, en los años de su infancia, asume cuantas enseñanzas y ejemplos le circundan, erige la figura del padre en un héroe y trata de emularlo en sus actuaciones todas de presente y futuro.

Pero a veces poco hay que enseñar cuando la generación anterior carece de una determinada escala de valores que transmitir. Insistiremos en ello en próximas entregas, pero interesa destacar algunos escenarios espeluznantes que ponen de manifiesto la crueldad con que  trata el mundo a los menores, en términos generales. En el verano de 2015, la aparición del cadáver de Aylan, un niño sirio de tres años, varado en una playa griega, conmovió al mundo entero.

Procedía de Turquía y su familia había abonado cerca de mil dólares a una organización mafiosa por su incierta aventura, en la que también fallecieron su hermano y su madre, cuando se aproximaban a la isla de Kos. La escalofriante visión de aquel frágil pequeño sensibilizó al mundo entero aunque ya no nos sorprende la visión de los restos de tantos naufragios que han convertido nuestros mares en negros sudarios de tantas personas.

En las calles de Brasil viven 8 millones de ni os huidos de la violencia de sus hogares. En los últimos cuatro a os, han sido asesinados más de 7.000 a manos de los “Escuadrones de la muerte”.  20.000 son secuestrados anualmente para venderlos en Estados Unidos o en Europa para adopciones ilegales o ser utilizados en trasplantes de órganos (“Se vende en piezas o enteros como onzas de chocolate”, dice Serrat). Se estima en 200.000 los menores de 15 a os enrolados en ejércitos africano; 44 millones de ni os forman parte de la población laboral activa en India. Al otro extremo de la opulencia, en EEUU 400.000 menores se dedican a la prostitución, cual ocurre en el Extremo Oriente. El 75% de los ni os de Ruanda han visto masacrar a sus padres. El 42% ha sido testigo del asesinato de otros ni os.

No hay tiempo para más. Seguiremos hablando de menores en sus muy diferentes facetas.

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