Aunos días de que comience, casi al unísono, la campaña de las elecciones generales y la Semana Santa, nuestros representantes públicos se preparan para ofrecer su mejor versión ante la ciudadanía. Tendremos que prepararnos para ver un desfile patético de candidatos de todo pelaje y de casi todos los partidos adorando las vírgenes ylos cristos con mayor devoción popularante los que rezarán e intentarán redimir sus pecados. Con todo, creo sinceramente que los votantes no deberíamos olvidar algunas maldades, equivocaciones o culpas que cometieron por muchos intentosque hagan ahora por ocultarlas o justificarlas.
Por ejemplo, creo que no merecen la clemencia en las urnas los dirigentes que siguen cuestionando la igualdad real entre hombres y mujeres, que comparan el feminismo con el machismo, que se aprestan sin rubor a aconsejar sobre el aborto como si las embarazadas fueran menores de edad que necesitan asesoramiento, y los que no reconocen la cobarde y ruin violencia de género.
Tampoco deben ganarse el perdón los que hunden sus conductas y principios en la aporofobia y en la xenofobia; los que cuestionan el trabajo de Salvamento Marítimo y de Ongs que salvan inmigrantes; los que siguen sin reconocer el derecho a una muerte digna cuando y como se quiera, y los que gastan el dinero público sin pensar que es el dinero de todos y no de ellos.
Capítulo especial para los obispos y sacerdotes que usan el púlpito nopara oficiar misa únicamente, sinopara hacer política abusando de su prevalencia moral sobre los fieles, y también para la jerarquía eclesiástica que sigue sin respetar la orientación sexual de cada persona incitando a la curación y a recuperar el camino “correcto” al colectivo LGTBI.
No hay penitencia posible para los políticos seguidistas de los argumentarios de sus sedes; los que incumplieron sus promesas; los que usan como norma la mentira y el insulto para desgastar al adversario sin medir la consecuencia de sus actos, y para los dirigentes más preocupados de los conflictos internos de sus partidos que en los problemas de los ciudadanos a los que deben servir.
Posdata: ¿Para cuándo las listas abiertas que permitan a los ciudadanos poder elegir directamente a los políticos que deseen? Es una demanda creciente de miles de españoles y andaluces, como Luis que, con 92 años, irá a votar el 28 de abril sin perder la esperanza de que algún día lo pueda ver o, al menos,que futuras generaciones marquen casillas personalizadas.
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