En las I Jornadas Nacionales de Periodismo, organizadas el pasado viernes por el grupo Publicaciones del Sur en la localidad de San Fernando -cuna de la libertad de expresión-, el periodista Miguel Ángel Aguilar, profesional indispensable para entender el periodismo, la política y la sociedad españoles en el tardofranquismo, la Transición y en la actualidad, ofreció su siempre lúcido análisis sobre las redes sociales y las fakenews en la época de la posverdad: “Vivimos una inundación informativa contaminada. Falta agua potable. Y el deber de la prensa y de los periodistas es ser plantas potabilizadoras: verificar los hechos y separarlos de los intereses espurios de los que vienen adornados. Éste es el trabajo básico de los periodistas profesionales”. Ahora bien, no sólo las redes sociales y el periodismo han sufrido una catástrofe natural y, por consiguiente, necesitan agua potable. El Poder Judicial urge potabilizar la imagen de la justicia tras el fiasco del Tribunal Supremo con su inexplicable e inexplicado cambio de criterio para que los ciudadanos siguieran pagando el impuesto de los actos jurídicos documentados de las hipotecas. Menos mal que el Gobierno central cambió la Ley para que lo abonen los bancos.
Nuevas Generaciones de Sevilla debe potabilizar también sus procederes tras la conducta inaceptable de llamar “ratas” a la presidenta de la Junta, Susana Díaz, y a los cuatro ex presidentes de la autonomía andaluza. El PP ordenó retirar este montaje insultante, pero no otra campaña para desprestigiar a la candidata socialista en la que acusa a Díaz, junto con Manuel Chaves y José Antonio Griñán, de gastarse el dinero de los parados andaluces en puticlubs y droga. Conozco gente muy sensata y educada en Nuevas Generaciones de Andalucía y de Sevilla que usan el debate y el raciocinio, pero no el insulto, para criticar al adversario. Ojalá se impongan a los jóvenes talibanes que se deslizan en un lodazal nauseabundo.
También necesitan un reseteado potable, muy potable para descontaminar sus mentesinfectadas, aquellos dirigentes políticos que, erre que erre, siguen mofándose del andaluz por su gracejo, su acento, su habla o nuestra particular manera de entender la vida, que es una combinación perfecta de hedonismo y senequismo, aunque los supremacistas madrileños, que piensan que España acaba en la M-30, 40 o 50, sean tan aldeanos que sólo nos vean desde el tópico hedonista.
Quedan 20 días para que los andaluces voten en las elecciones autonómicas. Espero que llegue pronto el 2 de diciembre para que dejemos de escuchar estas barbaridades que dejaron de ser, hace tiempo, las típicas perlas de campaña con las que los políticos derrapaban. Estos episodios encierran una realidad mucho más peligrosa.
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