Hace apenas dos semanas se inauguró por todo lo alto el ansiado Primark en Sevilla, un establecimiento de ropa de bajo coste situado en el nuevo centro comercial de Torre Sevilla en la Cartuja. Un acontecimiento multitudinario que la ciudad llevaba tantos años esperando, que era ya objeto de mofa por parte de nuestros vecinos de Huelva y Jerez, que presumían de tan insigne privilegio en sus localidades con mucha guasa. Asimismo, también se produjo hace escasas semanas el desembarco en nuestra ciudad de la empresa de vehículos de licencia VTC por antonomasia, Uber, que viene a competir con Cabify como alternativa a los taxis de toda la vida. Y en un futuro no muy lejano veremos el nuevo centro comercial de Palmas Altas ahora en plena obra, el descomunal complejo de ocio y eventos Sevilla Park cuya construcción arrancará el año que viene, o el desarrollo de los terrenos de Altadis en Los Remedios, así como la llegada de vuelos transatlánticos a nuestro aeropuerto.
Como puede comprobarse, estamos asistiendo en Sevilla a una nueva revolución económica apoyada sin duda en el sector del turismo y el ocio que no deja de crecer, y que también se refleja en el tejido empresarial del área metropolitana y, cómo no, en el sector inmobiliario.
Pero todo este crecimiento desmedido tiene que llevar a los políticos a plantearse poner cordura para no cometer errores pasados, como ya pasó con el expolio de lo que fue la Expo’92 tras su clausura y la nefasta gestión de su herencia, que no hizo sino agravar la crisis que vino después.
Esta evolución y globalización que vivimos deben ir acompañadas de medidas acordes con el futuro de ciudad que queremos los sevillanos, a todos los niveles, pues parece muchas veces que se dejan de lado los aspectos culturales, medioambientales y urbanísticos que van a ser claves para no convertir Sevilla en un gigantesco y caótico parque temático para turistas con enormes centros comerciales para sus habitantes.
Desde aquí no puedo si no apelar a la sensatez de nuestros gobernantes, tanto a nivel local como autonómico, para que la modernidad llegue para quedarse, pero sin que parezcamos unos nuevos ricos catetos y sin gusto, sino con toda la coherencia del mundo, pues tenemos potencial para convertirnos en la gran capital del Sur de Europa de la que beban todas y cada una de nuestras hermanas andaluzas y extremeñas, y encabezar así un cambio que nos ponga en el lugar que nuestra región se merece por historia y por el trabajo de su gente.
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