Gobierne quien gobierne y pasen los años que pasen, el curso en diversos colegios arranca con obras inacabadas, a medio hacer o aún pendientes, en lo que supone una tradición más de la vuelta a las aulas. Para acreditarlo, el PP ha difundido fotos de hormigoneras en algún centro educativo y ha estimado que en esta situación han entrado los alumnos en siete colegios y que en otros cinco llegarán los albañiles de un momento a otro. Sin embargo, ya en mayo el alcalde había advertido de que como había trabajos que requerían más de cuatro meses de ejecución no daría tiempo a terminarlos en el verano y se prolongarán durante el otoño, porque no es cuestión de dejarlos a medio hacer.
A estas alturas ya es difícil discernir si las obras son el remedio a tantos años de abandono o/y falta de inversión en las aulas, con lo cual habría que responsabilizar a corporaciones anteriores; al retraso en la licitación de los proyectos debido a la tardanza en la aprobación de los Presupuestos municipales; a la falta de diligencia de la Delegación correspondiente; a los imprevistos y a los “ya que” que surgen en cada reforma o a una mezcla de todo ello. El caso es que no hay “vuelta al cole” que no esté marcada por obras en colegios. Ocurrió el curso pasado, ha ocurrido en éste y mucho nos tememos que volverá a ocurrir en el próximo. Las obras son la asignatura nunca superada de nuestro sistema educativo.
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