La RAE dimite

Publicado: 15/07/2018
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Se atreven con demasiadas cosas de las que no tienen ni idea (entre ellas, gobernar). Pero dónde mejor les luce es con el idioma.
En pleno. Los veintisiete académicos se van a su casa, a su trabajo. A este paso, sin duda alguna, que quien avisa no traiciona (hala, siguiendo la consigna juntera). Menos mal que los académicos tienen buen aguante y aguantan, que si no, ya habrían disuelto la Academia, la RAE, o habría caído en manos de quienes están dispuestos a acabar con ella. Estos políticos que nos ha tocado sufrir saben de todo más que cualquier especialista en cada materia. Seguro que si enviaran un cohete al aire… a eso no se atreven, porque les estallaría en las manos y no quieren privarnos de su presencia. A eso no se atreven. Ni a decir al operario cómo se maneja un torno. Ni a un médico cómo debe operar. (Bueno, en realidad un poco, sí. Ya premian por no mandar enfermos al especialista y castigan por mandarlos. Pero este es otro tema). Se atreven con demasiadas cosas de las que no tienen ni idea (entre ellas, gobernar). Pero donde mejor les luce, donde se meten con la sapiencia que les falta, es con el idioma.

No conformes con haber llevado a todos a confundir “puntual” con oportuno, circunstancial, momentáneo, ocasional, o “especular” con divagar, conjeturar, suponer, elucubrar, de vez en cuando “requieren” de la Real Academia de la Lengua la introducción de nuevos términos, con los que rellenar su incultura y satisfacer su ego y su juego teatral con el electorado. Ya han ido a la RAE con exigencias de reforma idiomática, ignorantes (pobrecitos) de que ni la RAE ni ninguno de sus veintisiete académicos “dictan” el idioma. A ver si hacen el difícil ejercicio de entenderlo, aunque para eso deberían leer: la RAE no nos dice cómo debemos hablar. Ni cómo debemos escribir. La RAE se limita a poner al día el idioma. El idioma hablado siempre va por delante del escrito de forma natural. Y, si nadie se preocupara de ir adaptándolo y añadiendo las palabras nuevas aparecidas por reforma, adaptación, deformación, o pura copia de un aproximado símil extranjero, si nadie lo fuera actualizando, en este momento habla y escritura se diferenciarían tanto como si fueran dos idiomas distintos, o casi. Muy parecido a lo que ocurre con el inglés, con la diferencia cualitativa de que el español tiene algo así como diez veces más palabras, con lo que el galimatías sería de primera magnitud.

La RAE actualiza, no dirige: acepta, va detrás, no delante. No puede ir delante, porque nadie puede imponer una forma de hablar ni de escribir. Ni siquiera los políticos tienen ese poder, por más que les traumatice. Pues los políticos, venga a insistir, han vuelto a la Academia con su lista de peticiones-imposiciones. Palabras y palabros, porque hay que ser “inclusivos”. E inclusivas, se supone.

La Junta, más modestita, que no pueden colocarse por encima de sus jefes, propusieron una adaptación del himno. En vez de “hombres de luz”, “personas de luz”. Pues sepan que persona viene de “prósopon” (máscara). “Persona” es un ser falso, fingido. Lo propio, pues, sería “ser” Ser humano. Lo “malo”: también es masculino. Vaya problema. Pues ahí está “el problema”, huir de términos aparentemente masculinos, que requieren una explicación. Por aparentes. Para otro artículo, que éste ya ha alcanzado su límite.

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