El jardín de Bomarzo

En tres segundos

Como un martillo que golpea a ritmo en galeras caen las noticias una tras otra para permanecer en escena lo justo, casi nada

Publicado: 08/06/2018 ·
09:50
· Actualizado: 08/06/2018 · 09:50
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Bomarzo

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Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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Como un martillo que golpea a ritmo en galeras caen las noticias una tras otra para permanecer en escena lo justo, casi nada. Del chalet de Iglesias a la sentencia Gürtel, que fue noticia apenas dos días y, de ahí, a la moción de censura, apoyos posibles para la misma, PNV sí o no hasta su votación y Sánchez presidente, despedida posterior y dimisión de Rajoy, lágrimas, y nuevo gobierno con nombramiento de ministros. De Borrell, aplausos, a Maxim Huerta, que viene a ser como el punto frívolo de Sánchez. De este tiovivo frenético en el que ha entrado la política tantos suben como bajan; unas 6.000 personas, entre altos cargos y asesores, cambian con la entrada del nuevo ejecutivo, estimándose unos 35,4 millones en salarios con el cese de 437 altos cargos dentro de una política en la que el Estado destina 1.000 millones de euros al año para pagar a cerca de 20.000 asesores nombrados a dedo. Ese es quizás el gran poder que tiene el presidente del gobierno, nombrar a todo un ejército de fieles con buenos salarios en pocos días y por esto, entre otras razones, el Pedro Sanchez de hoy tiene la aureola que no tenía el que hace apenas dos años viajaba solo en su coche. No es lo mismo combatir sin ejército y lograrlo, sin duda, es su mérito.

Es obvio que el nuevo gobierno nace sin la mediación de todos aquellos barones que le han hecho la vida difícil al hoy nuevo presidente, que libre de ataduras se ha decantado por un gabinete moderno y efectista, con mujeres muy capaces en áreas importantes, muy modelado con objetivos electorales y con una clara vocación de permanecer en el sitio los 28 meses que quedan de la presente legislatura. Distinta será su capacidad de acción, que de entrada se presume escasa por cuanto la sustentan solo 84 asientos en la cámara y minoría en un Senado controlado por el PP que, con razón, lo primero que ha hecho es devolver al PSOE los presupuestos para que su nueva ministra de Hacienda, la andaluza María Jesús Montero, los defienda y defienda, de paso, esa partida de 540 millones de euros como pago al PNV y lo haga a pesar de que hasta hace nada ella misma criticara la injusticia de esos presupuestos para con Andalucía. Es obvio que el acuerdo soterrado para el apoyo del PNV está cifrado y ahora toca pagar y es natural que el PP lo devuelva porque su electorado no le perdonaría otra cosa, más ante un partido traidor como el PNV que lo que merece es ser tratado como lo que es y en eso casi todos, lo digan o no, están de acuerdo.

Andalucía aporta tres ministros que no son de Susana. Quizás sea cierto que Sanchez ha hecho un guiño con estos nombramientos, pero desde luego no parece que sea al susanismo. Porque María Jesús Montero, quizás la consejera más destacada que tenía el gobierno de Díaz porque domina la gestión pública como si fuera un técnico de nivel alto, es más que nada de María Jesús Montero, ni de Susana ni de Pedro. Le quita, por tanto, a la mejor y la eleva al rango de candidata futura a la Junta, más si la temida sentencia por los EREs es dura y provoca un vendaval político que muchos aguardan impacientes para cobrar facturas pendientes. Gürtel y la moción de Sánchez arrinconan,  en cierto modo, al PSOE-A, claro que si la sentencia es dura ese no será el problema del nuevo presidente sino de la actual presidente de la Junta, Susana Díaz, a quien además costará convencer a sus actuales socios naranjas de que le mantengan el apoyo porque no resultaría estético que éstos se despeguen del PP en Madrid por Gürtel y se mantdengan junto al PSOE-A en Sevilla tras EREs. Lo de Planas, a quien Díaz hizo la vida difícil para que no lograra los avales cara al congreso de Granada en el ella fue nombrada secretaria general y que tras aquello quedó desterrado en Bruselas, es el fichaje de un hombre capaz cómplice de Sánchez en rencores comunes. Por no hablar del lío en el que ha entrado el calendario electoral. Por tanto, las noticias para con la Andalucía de Susana se acumulan y ninguna de entrada parece buena.

Tras la primera batida de nombramientos llegará la segunda. Por ejemplo, con el nuevo delegado del gobierno en Andalucía. Algunos señalan a Alfonso Gómez de Celis, que hace solo unos meses dejara la dirección de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía tras haber sido elegido secretario de relaciones institucionales del PSOE, aunque quienes le conocen lo ven más en tareas de orden orgánico que en el cara a cara -aunque es cierto que él ha querido ser ministro …-. Lo normal es que ponga a alguien de su cuerda y a partir de ahí se nombren por provincias los subdelegados del Gobierno, para lo cual hay que ser del PSOE, de cierta confianza del nuevo orden establecido y funcionario de grado A1. Será interesante ver de la cuerda que proceden los nombrados por provincias en cargos como el citado, al frente de puertos o en lugares claves como zona franca porque eso será indicativo de por dónde se maneja el poder. Estos días crece el afecto interno a Sánchez al ritmo que lo hace su fototeca personal con todos aquellos que le envían fotos con él en actos públicos, y es que hay pocas cosas más veloces que el cambio de bando en el PSOE una vez confirmado un traspaso de poderes. 

Mientras, el PP está en estado de shock y Ciudadanos digiriendo el desconcierto. Al primero le favorece que esta moción le ha convertido en víctima y el hecho de que a los españoles no les gusta, en general, que les gobiernen acuerdos políticos sellados debajo de la mesa de urnas y menos que lo hagan avalados por quienes atentan contra la unidad nacional. A Sánchez le va a costar Dios y ayuda despegarse de los que ahora le dan palmadas a la espalda a la salida del Congreso y a los que va a necesitar muchas veces para que le voten cosas. Eso al PP le viene bien, pero antes deberá regenerar su imagen y sacar de la foto pública a todos aquellos cuyas canas recuerdan a tramas antiguas. Será labor de Feijóo si lo suyo cuadra, que parece que lo hará porque a diferencia de los demás reúne todo lo necesario -solo le faltaría ser mujer, pero eso no parece que tenga solución…-; Sáez de Santamaría no tiene apoyos dentro y todos saben que Cospedal le cae mal a la mayoría. ¿Ana Pastor?

A Ciudadanos le viene mal el retraso electoral porque conlleva una posible renovación del PP, tanto como que a partir de ahora vuelva a mandar el debate ideológico cuando para ellos lo electoralmente rentable es el debate territorial. Menos Rivera, hoy nadie quiere adelanto electoral. En política pocas cosas se pueden prever, de hecho este cambio de velocidad ejercida sobre el tiovivo ha provocado que muchos se caigan cuando estaban bien ubicados dentro, otros entren cuando se veían con pie y medio fuera y que todos, en general, se mareen ante el vértigo por la velocidad repentina. El que más, el país, al que el inicio del mundial de fútbol juntará en torno a banderas rojas y amarillas y emoción de sentimiento único en absoluto acorde a la división instalada en su cámara alta y de la que se aprovechan esas banderas nacionalistas y/o independentistas que en este presente marcan la agenda nacional -PNV, Bildu, PdCat y hasta canarios…-. Solo nos ponemos de acuerdo todos durante los tres segundos que, juntos, gritamos gol. Tres segundos.

Por último, es justo reconocer el buen estilo con el que Rajoy ha puesto fin a su mandato. Al margen de Gürtel y de la innegable responsabilidad personal que el lamentable hecho acarrea. Le tocó coger un país en ruina y lo ha llevado a un lugar, en general, mejor. La golfería de su entorno le ha arrastrado, también la inanición propia y tan gallega a la hora de tomar decisiones tajantes al respecto. Pero en un mundo donde las siglas son poco más que letras en tonos de color escogidos por expertos en marketing político y que ocultan tantos intereses personales, -TANTOS-, es justo reconocer en su momento final la eficacia de todos los que ahora salen y que han hecho un trabajo honesto y con él enaltecido el oficio noble de servir desde una vocación pública a la que, por pedir, habría que exigirle más sensatez y menos partidismo a la hora de ponernos de acuerdo, así sin duda este sería un país mejor. Un imposible para tres segundos.

 

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