Sevillaland

¡Que lo despidan!

Una gorda vestida de flamenca y un tipo bajito con patillas bandoleras simulan de forma ridícula que bailan y cantan sevillanas...

Publicado: 15/04/2018 ·
23:45
· Actualizado: 15/04/2018 · 23:45
Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Autor

Jorge Molina

Jorge Molina es periodista, escritor y guionista. Dirige el programa de radio sobre fútbol y cultura Pase de Página

Sevillaland

Una mirada a la fuerza sarcástica sobre lo que cualquier día ofrece Sevilla en las calles, es decir, en su alma

VISITAR BLOG

Una gorda vestida de flamenca y un tipo bajito con patillas bandoleras simulan de forma ridícula que bailan y cantan sevillanas. Es un vídeo, me llega por wasap, dentro de un grupo en el que somos cincuenta, pero sólo tres marcan la línea editorial, empalando enemigos y opinando en caliente. Las redes sociales, ya saben.

Reparo en que la gorda flamenca es otro hombre. Creo que intentan hacer reír. Sí, sin duda, porque se trata de esos hermanos trianeros tan celebrados. Nunca me hizo gracia su forma de caricaturizar una parte de la cultura andaluza.

Tampoco Arévalo (y etcétera) cuando se vestían de ‘flamencos’ y nos imitaban. Imagino que en el resto de España habrá raros como yo, personas impávidas ante las docenas de humoristas que remedan bufamente a castellers, gaiteros, chistularis o joteros.

Pero tampoco les he dado importancia, ni nunca apoyé campañas de acoso y derribo contra este tipo de chistosos. Confieso que incluso a veces he sonreído con sus parodias, llámenme basto, o contradictorio. Es más, que se realizase casi sin pausa la ridiculización de nuestro folclore con fines humorísticos, sin que se produjeran arrebatos de ira ciudadana, lo consideraba una muestra de tolerancia y mezcla de culturas del Pueblo Andaluz y Tal. Parte medular de esa calidad de vida de la que tanto alardeamos cuando se hacen públicos los datos de empleo, desarrollo cultural, esperanza de vida y otras bagatelas de los países del norte de Europa, lugares que no tienen nuestra calidad de vida, como es bien sabido. Ni siquiera usan aceite de oliva…

Pero es mentira. La tolerancia acaba si es uno de Los Otros, y no de Los Nuestros, quien bufonea. Un ejemplo al azar: imaginen que a un navarro se le ocurriera hacer un chiste sarcástico en twitter sobre el dato estadístico e inapelable que ofrece la Federación de Editores de Libros: de las 19 Comunidades Autónomas españolas, en Andalucía estamos en el puesto 17 en cuanto a libros y revistas leídos en 2017. A ese navarro lo lapidaban en las redes, me juego cinco euros.

La línea que conecta la ofensa y el humor es curva. Si bromean en radio o tele sobre otros lejanos seres, por ejemplo catalanes o murcianos, la curva se estira hasta separar al máximo ambas cosas: no hay daño, es humor. Si las risas se refieren a ti mismo o los tuyos el dedito inquisidor se acelera tecleando en el móvil el peor deseo de un andaluz cabreado: ¡Que lo despidan!

Que los andaluces leen menos que los navarros (líderes en el ranking) está publicado en todos los periódicos. Pero mejor no mentarlo. Menos con guasa. Y nunca si no eres andaluz.

 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN