El alcaide del Alcázar, Bernardo Bueno, ha reconocido que se tienen que hacer intervenciones de envergadura en el monumento Patrimonio de la Humanidad con personas allí dentro; que lo ideal sería cerrarlo un día y hacer ese trabajo (sin visitantes) pero que quién le dice a los operadores (turísticos) que se cierra el Alcázar un día.
Pues mire, señor alcaide, es usted justamente el que ha de decírselo y asumir su responsabilidad, salvo que considere que su cargo es únicamente para hacer ostentación del mismo, máxime cuando también reconoce que “hay otros edificios, como los museos, que lo hacen y no pasa nada”.
Estas declaraciones son la demostración de que el Alcázar ha sido puesto al servicio del “lobby” turístico sevillano y de que sus responsables anteponen su explotación económica a su conservación y preservación para las generaciones futuras y a su compromiso con la Unesco.
Hay infinidad de monumentos que se dejan descansar un día de la presión turística para realizar labores de conservación, como el Museo del Louvre (se cierra los martes), el Palacio de Versalles (los lunes) y los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina (los domingos, salvo el último de cada mes, para visitas gratis), pese a que reciben más millones de visitantes que nuestro Alcázar. La diferencia es que en ellos sus directores tienen mentalidad y misión de conservadores y no de subordinados del sector turístico.
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