La entrada en sus respectivos templos de la Macarena y de la Esperanza de Triana ha puesto fin a la Madrugá de la Semana Santa de Sevilla que se ha desarrollado sin incidentes, con no demasiadas aglomeraciones y con la brillantez que caracteriza a las cofradías más emblemáticas.
Poco después de las dos de la tarde se recogía la Trianera, como se la conoce popularmente, y casi a la misma hora entraba en su basílica la Macarena, cerrando una larga jornada, de más de 14 horas, que atesora algunos de los mejores momentos de la Semana Santa.
La emoción ha sido visible en el rostro de la soprano Ainhoa Arteta, quien con lágrimas en los ojos ha seguido desde un balcón del barrio de Triana la recogida en su Capilla de los Marineros de la Esperanza de Triana.
Una emoción que se apoderó de la soprano en el arranque mismo de La Madrugá, cuando la hermandad de la Macarena le dedicó en la medianoche la "levantá" del paso que ponía en marcha la procesión de la Virgen, después de que Arteta cantara el Ave María de Charles Gounod a los pies de la Macarena en el interior de su basílica.
En Triana, junto a la soprano, han visto la recogida de la Esperanza de Triana, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que llevaba a su hijo vestido con la túnica de esta cofradía trianera, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, y el alcalde de Sevilla, Juan Espadas.
Otras de las cofradías más emblemáticas de Sevilla han salido en procesión en La Madrugá, como el Gran Poder, acompañado por sus casi 2.450 penitentes vestidos de negro; o El Silencio, que de manera característica porta su cruz hacia atrás.
Más tarde salía a la calle la hermandad de Los Gitanos y, poco antes de las cuatro de la madrugada, El Calvario, sin música, con cuyos penitentes han sumado en total algo más de diez mil nazarenos los que han cubierto los itinerarios de las procesiones por el casco antiguo de Sevilla.