Sevilla

Sevilla, ciudad de arcángeles

Sevilla posee 385 representaciones artísticas de arcángeles, en su mayoría pinturas y esculturas, pero también vidrieras, azulejos, cerámicas y forjas, muchos de ellos de autores como Murillo, Valdés Leal y Francisco de Pacheco, según el estudio efectuado por la investigadora Rosa Rodríguez Cárcela

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Sevilla posee 385 representaciones artísticas de arcángeles, en su mayoría pinturas y esculturas, pero también vidrieras, azulejos, cerámicas y forjas, muchos de ellos de autores como Murillo, Valdés Leal y Francisco de Pacheco, según el estudio efectuado por la investigadora Rosa Rodríguez Cárcela.

Lucas Valdés, Pedro Roldán y su hija La Roldana, Juan de Espinal y Cayetano de Acosta, a quien se debe una serie de arcángeles tallados en mármol, son otros de los artistas que plasmaron arcángeles para iglesias, conventos y hospitales sevillanos, con más frecuencia entre los siglos XVII y XVIII, aunque hay alguno datado en el XV, el XVI y en los dos últimos siglos.

Una parte importante de los arcángeles censados por la investigadora son de autoría anónima, pero de muy elevada calidad artística, y todos ellos conforman una temática propia de la escuela sevillana de pintura, sobre todo de la de Zurbarán, que la exportó al resto de España y a América, donde prosperó principalmente en México y Perú.

Durante el barroco, el de los arcángeles fue un tema de gran proyección, algo genuinamente sevillano, ya que la escuela local, sobre todo de pintura, fue muy pródiga en ellos, según sostienen autores como Enrique Valdivieso, José Fernández López y Benito Navarrete, que ha respaldado la investigación de Rodríguez Cárcela.

La profusión de arcángeles en Sevilla es tal y la calidad artística de sus representaciones tan elevada que, según ha dicho a Efe Rodríguez Cárcela, podrían constituir todos juntos un museo con ese tema exclusivamente.

Pese a que las directrices teológicas de la Iglesia desaconsejaron la reproducción artística de arcángeles que no fueran los santos Gabriel, Miguel y Rafael, en Sevilla se siguieron pintando los no canónicos hasta el siglo XVIII, debido al ímpetu contrarreformista que vivió la ciudad.

Ese espíritu conservador hizo que se reprodujeran en Sevilla series que, además de los tres arcángeles canónicos o reflejados en las Sagradas Escrituras -San Miguel, San Rafael y San Gabriel-, incluyeran a los no canónicos como Uriel, Beraquiel, Seatiel y Yehudiel.

El representado con más frecuencia en la ciudad es San Gabriel quien, además de en solitario, lo está en innumerables ocasiones acompañando la escena de la Anunciación, también muy frecuente en una ciudad tan mariana que presume de haberse adelantado a Roma en la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción.

Le siguen San Miguel y San Rafael, si bien desde el punto de vista religioso, el de más peso de los tríada canónica, es San Miguel, protector de la Iglesia, custodio de almas y primer ministro de Dios, entre otros títulos de orden teológico.

La serie más antigua de las completas, anónima pero atribuida a un artista del taller de Zurbarán y datada en 1660, representa hasta diez arcángeles en otros tantos lienzos, ya que hay tres más procedentes de textos apócrifos como Ariel, Oziel e Iaciel.

Entre las más curiosas, la serie de siete arcángeles que en pleno siglo XVIII, el de la Ilustración, fueron pintados en tamaño de mural en la bóveda de la iglesia de Santa Ana, popularmente conocida como la Catedral de Triana, y que están muy deteriorados.

Los 385 arcángeles censados por primera vez Cárcela, quien se atreve a afirmar que Sevilla es la ciudad de España con mayor número de estas representaciones por ser también una de las que más iglesias antiguas tiene, se reparten por 56 iglesias, 5 antiguos hospitales y 21 conventos, en su mayoría de clausura femenina, por la devoción que las monjas han profesado a los arcángeles durante siglos.

También se conservan otros arcángeles en otros nueve edificios no religiosos como el Real Alcázar, el Palacio Arzobispal, el Ayuntamiento, el Museo de Bellas Artes y, entre otros, la capilla de la Maestranza de Caballería, que conserva el único que no ha sido fotografiado para el estudio por no haber dado esta institución el permiso necesario a la investigadora para visitar la capilla con carácter científico y divulgativo.

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