El diestro camero Curro Romero ha recibido esta tarde la segunda edición del premio taurino instituido por el Ayuntamiento de Sevilla en un solemne acto celebrado en el Salón Colón de la Casa Grande de la plaza de San Francisco.
Romero ha estado arropado de un gran número de aficionados y partidarios y ha recibido el galardón -una estatuilla de la escultora May Perea- de manos del alcalde, Juan Ignacio Zoido.
El informador taurino Carlos Crivell Charneco ha oficiado de portavoz del jurado haciendo un recorrido cronológico por los principales hitos de la carrera del diestro camero en el que ha destacado los 200 paseíllos realizados en el coso de la Maestranza en el que llegó a abrir cinco veces la Puerta del Príncipe y siete la puerta grande de la plaza de Las Ventas de Madrid.
Romero ha agradecido el galardón con una intervención en la que ha destacado al papel de su antecesor en el premio, el maestro Pepe Luis Vázquez, al que ha definido como "uno de los toreros más grandes que ha habido en España y un señor punto y aparte como persona".
"Sevilla me parió como torero; su plaza de toros es bella y la más torera. Sevilla es mi plaza -con permiso de los maestrantes- pero no me olvido de Madrid porque todos los toreros de todas las épocas han querido entrar en esas dos plazas", ha evocado "el Faraón" mencionando otros ruedos de su predilección como los de Jerez, El Puerto, Málaga y Granada.
El veterano diestro ha aludido a su longevidad taurina: "la culpa la tiene mi sentimiento y mi ilusión; mis partidarios y mis aficionados de toda la vida".
El torero no ha renunciado a referirse a los momentos más aciagos de su trayectoria: "Las tardes negras me dolían mucho. A veces me tiraban tantas cosas que parecía un muñeco de feria. Al final nos quedamos con lo bueno. Nadie me para por la calle para recordarme el petardo que pegué en algún sitio. Todo el mundo se acuerda de lo bueno".
En esa misma línea, ha recordado que "en Madrid me llevaron dos veces al calabozo; y en Badajoz pasé otra noche entre rejas. A pesar de todo he mantenido la ilusión. Se me ha hecho muy corto, esto ha sido un visto y no visto. El tiempo se ha ido veloz".
El alcalde Juan Ignacio Zoido ha cerrado el acto para señalar que Sevilla había "saldado una deuda", y ha asegurado que la figura del camero va mucho más allá "de los límites del toreo para convertirse en un estado de ánimo, en una emoción capaz de elevarte al infinito y devolverte a la tierra cuando las expectativas y los sueños superaban a la propia realidad".
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