El cartel de la Real Maestranza para la corrida del día 24 de junio de 1943, anunciaba a los diestros Pepe Luis Vázquez, Rafael Ortega “Gallito” y Juan Mari Pérez-Tabernero, con reses de Alipio Pérez de San Fernando.
El crítico e historiador taurino Filiberto Mira recuerda la corrida, y escribe: “La festividad del Corpus, coincide este año con el día de San Juan. Fecha memorable para Sevilla, y para Pepe Luis Vázquez, la del 24 de junio de 1943. Recordemos que el mágico del barrio de San Bernardo, nacido en la torera feligresía de Costillares, Cúchares y El Tato, había tomado la alternativa el 15 de agosto de 1940, y en el San Miguel de ese año logró su primer éxito como matador de toros en la Maestranza. En 1941 se desmelena -sin despeinarse- con un toro de Miura al que le corta las dos orejas. He pretendido expresar con esa frase de “desmelenarse sin despeinarse”, que Pepe Luis toreaba siempre -aún en sus tardes deslucidas- con una naturalidad sorprendente y sin el más mínimo forzamiento. Su valor sin alharacas y su gracia pletórica de espontaneidad”.
[...] “Tras aquel éxito con el de Miura y aunque había estado muy inspirado el 18 de julio de 1942, no le acompañó el triunfo en sus otras actuaciones en la Maestranza en los años 41, 42 y 43. Pepe Luis no poseyó la virtud de la constancia y sabía que le era conveniente dar -cuanto antes- un muy sonoro “do de pecho”. Lo dio plenamente el 24 de junio de 1943, con un muy noble toro del ganadero salmantino de San Fernando”. [...] “Pepe Luis, esa tarde y al son de las campanas de la Giralda, le brindó una histórica faena a Joaquín Pareja-Obregón, conde de Prado Castellano. Fue una faena que contuvo todo ese legado de glorias toreras (Belmonte, Chicuelo, José el Gallo, Manolo Bienvenida) que se resumían en el arte -sabio e inspiradísimo- de Pepe Luis. Un legado que además, tradición renovada, lo redactó con su propia y personalísima caligrafía, en la que no había ni enmiendas ni tachaduras”.
[...] “Pepe Luis era fecundo por su peculiar imaginación. Curioso que sin ser creador de suertes nuevas (no existe “la pepeluisina”), sus faenas inspiradas, cuando la nobleza de un toro le permitía confiarse, eran diferentes las unas de las otras. Más curioso aún el hecho de que Pepe Luis no se salía de su propia órbita, pero poseía el don de prodigar en múltiples formas, el duende de su natural -connatural- torería”.
“Enorme error el de los que sostienen la tesis de que el estilo de los diestros tachados de “sevillanistas” es frívolo o superfluo. Inmensa la hondura, aunque no muy prodigada, del arte de Pepe Luis. Un torero lleno de gracia y sin un gramo de “grasioso”. ¡Honda, viril, inspiradísima, su faena -premiada con dos orejas- del 24 de junio de 1943!”
Y remata Filiberto Mira su crónica apasionada con el tema de nuestra fotografía, diciendo: “Voló desde el tendido un “alancha” a la arena. Todo un símbolo de que Sevilla se puso a los pies -absorta de admiración- del de San Bernardo. Agarró Pepe Luis el sombrero y se lo colocó al toro en una de sus astas. Nunca se había visto ni se volvió a ver, un adorno más rotundamente torero”.
Y ahora es Joaquín Pareja-Obregón y García, conde de Prado Castellano, quien recuerda el acontecimiento en una carta al director de “ABC” [3 septiembre 1987], afirmando: “Yo tuve la satisfacción de que Pepe Luis Vázquez me brindara un toro en Sevilla un día del Corpus Christi y le cortara las dos orejas. Y existe una fotografía de ese día cuando Pepe Luis le cuelga al toro un sombrero en un pitón, en un desplante del arte que él derrochaba. Ese sombrero era el mío y que en la gran faena se lo tiré al ruedo”.
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