El Real Valladolid y el Real Betis empataron sin goles tras un partido tedioso que enfrentó a dos equipos sin profundidad, desganados y obtusos que no merecieron el premio de la victoria (0-0).
Sin embargo, el Valladolid, que tenía la baja por lesión de uno de sus hombres más importantes, Patrick Ebert, salió "enchufado" y acometedor ante un Betis que durante los primeros diez minutos no vio el balón, hasta el punto de que su primera ocasión fue a través de un remate de Valiente en propia meta que salvó Diego Mariño.
La reaparición de Víctor Pérez como titular fue la innovación en el once del Valladolid ante un Betis plagado de ausencias y hoy sin profundidad en las bandas. Eder Vilarchao, Nosa Igiebor, Braian Rodríguez y Álvaro Vadillo, entre otros, faltaban en un equipo verdiblanco que inicialmente se mostró más cauteloso que audaz.
No obstante, al filo del minuto 20, Jorge Molina probó a Mariño con un potente disparo desde la frontal del área. El equipo sevillano no quería el balón pero, eso sí, era directo y vertical. De hecho, deparó noticias ofensivas, muy al contrario que un Valladolid dominador pero "inocuo" en ataque.
Con Verdú al mando de las operaciones, el Betis empezó a gobernar el medio campo mediada la primera parte. El Valladolid, que no tiró a puerta hasta el minuto 34 (Larsson), no daba sensación de peligro y el público se desesperaba entre resbalón y resbalón de un intrascendente Omar Ramos y saques de esquina a las manos del portero.
La primera parte fue sosa, plana y de un "letargo" permanente aunque como coartada estaba el terreno de juego, lleno de agua, que hacía muy difícil el control y la conducción del balón.
En los primeros minutos de la reanudación continuó el sopor y muy pocas cosas cambiaron. El portero argentino del Betis Guillermo Sara entraba en acción pero de forma cómoda y desahogada, al ver cómo disparos lejanos le iban dulcemente a las manos.
Las carencias de unos y otros, palpables y manifiestas, daban cuenta de la mala clasificación de ambos equipos. En un mar de imprecisiones el fútbol no aparecía y el centrocampismo insulso, sin profundidad alguna, no daba para más que el 0-0.
Con mejores llegadas del Betis, que tuvo más luz tras la salida de Salva Sevilla, el Valladolid recurrió a la magia de un griposo Óscar González, quien salió por Omar y tuvo quince minutos para intentar alumbrar el juego de su equipo.
Solamente un disparo envenenado de Carlos Peña (min. 77) perturbó el sosiego del guardameta bético. Se animó al final el Valladolid, pero ya el empate sin goles parecía algo inalterable. Así fue.
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