El Ayuntamiento de Sevilla gastó 290.000 euros entre 2022 y 2024 en un plan para erradicar de su área urbana las cotorras argentinas y las cotorras de Kramer que no ha dado ningún resultado, ya que las dos especies invasoras multiplican su población por 1,21 anualmente, según los biólogos que las estudian.
Según un estudio efectuado en el área urbana de Sevilla, el crecimiento constante de estas poblaciones invasoras afecta a la biodiversidad y está poniendo al borde de la desaparición en las zonas que han colonizado a especies protegidas como el nóctulo mayor (murciélago) y el cernícalo primilla.
El plan municipal para erradicar las cotorras -que en otras ciudades ha dado resultado mediante disparos efectuados por un tirador especializado, método que en Sevilla fue desechado aunque sólo costaba 12.000 euros y concluía en dos años- fue suscrito por la anterior administración municipal, del PSOE, expiró en agosto pasado y el actual Gobierno municipal, del PP, no lo prorrogará a la vista de sus resultados.
Fuentes municipales han asegurado que ese plan de erradicación incluía un censo de cotorras, pero que los biólogos de la sevillana Universidad Pablo de Olavide (UPO) y de la Estación Biológica de Doñana (EBD) lo consideran "incorrecto" por contabilizar muchos menos ejemplares de los que realmente hay.
Además de ese estudio poblacional, el plan, que fue adjudicado a la empresa Consultoría Estratégica de Servicios y Territorios S.L. (CESYT), incluía medidas como el establecimiento de trampas y sacrificio de los ejemplares capturados a manos de veterinarios y recogida de huevos de nidos.
Las fuentes municipales han asegurado que el Ayuntamiento estudia ahora otras opciones pero que no informará de cuáles son hasta que esté determinada la nueva línea de actuación por parte del departamento municipal de Limpieza, Arbolado, Parques y Jardines y Espacio Público.
Aumento de cotorras, disminución de especies protegidas
Estas dos poblaciones de especies invasoras, la de Kramer y la argentina, apenas sumaban unos 2.700 ejemplares en 2016 en el área metropolitana de Sevilla, pero en la actualidad sólo las de Kramer son unas 8.600 y las argentinas no menos de 2.000, según el seguimiento efectuado por los biólogos Dailos Hernández, de la Estación Biológica de Doñana (EBD), y Martina Carrete, de la Universidad Pablo de Olavide (UPO).
Contrariamente, del nóctulo mayor había algo más de 500 individuos en el sevillano Parque de María Luisa -la mayor colonia europea del mayor murciélago- y en la actualidad apenas hay cien ejemplares, mientras que del cernícalo primilla, sólo en la Basílica de El Salvador -su mayor refugio en la ciudad de Sevilla- había 60 parejas y en el último año no se ha llegado a la docena.
Además del daño a estas especies, las cotorras también se enseñorean en los edificios históricos de la ciudad y, en el caso concreto del Real Alcázar, se han estado comiendo una yesería mudéjar -con la ingestión del yeso neutralizan el efecto de algunas semillas venenosas que también consumen-.
La cotorra de Kramer, ha señalado Carrete, es la más dañina porque cría en agujeros en los que antes anidaban cernícalos y murciélagos, mientras que la argentina construye sus propios nidos, que de tan aparatosos y pesados que llegan a ser suponen un peligro para los viandantes.
Ambas especies, la argentina y la de kramer, son además portadoras de enfermedades, como la psitacosis o fiebre de los loros, una neumonía causada en los humanos por una bacteria, mientras que en otras aves la enfermedad que transmiten afecta al crecimiento de las plumas.
Hernández y Carrete aseguran que existe un modo eficaz y barato de erradicación de las cotorras, como se demostró en Zaragoza, donde se acabó con una población de unos 2.000 ejemplares en menos de dos años y con solo tirador -los disparos según los biólogos se efectúan con mira telescópica que garantiza impactos mortales y evitan cualquier sufrimiento al animal-.
Hay dos casos más de erradicación exitosa mediante disparos, en las Islas Seychelles -también una colonia de unos 2.000 ejemplares- y en La Palma, donde solo colonizaron unos 200 individuos.