Sevilla

Los chinos en España: bulos y mitos desmontables desde el conocimiento

La Asociación de Empresarios Chinos en Andalucía trabaja para mejorar la imagen de uno de los colectivos de inmigrantes que más aporta a la economía regional

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Una profesora del Centro de Cultura China de Sevilla.

La profesora y coordinadora del Centro, Elena Zhang.

El asesor de la Asociación de Empresarios Chinos, José María Espín.

La profesora y coordinadora del Centro, Elena Zhang.

Los chinos no esconden dinero a la Hacienda española, no viven o se divierten solo entre ellos ni se dedican únicamente a los bazares, entre otros mitos que quiere derrumbar la Asociación de Empresarios Chinos en Andalucía, que, con unos 400 asociados, trabaja para mejorar la imagen de uno de los colectivos de inmigrantes que más aporta a la economía regional.

Se trata de una entidad constituida poco antes de la pandemia que trabaja para “agrupar a la comunidad empresarial china”, como explica su asesor, José María Espín, que admite que son muchos los mitos y bulos sobre los ciudadanos chinos y sus costumbres, una visión que se puede desmontar conociéndoles desde dentro.

Uno de esos mitos es que los chinos solo se dedican a gestionar bazares, como hicieron muchos de ellos cuando empezaron, pero "ya estamos hablando de import-export, sobre todo, tiendas de ropa muchísimas, incluso en sitios de emplazamientos más céntricos, o tiendas de móviles. En fin, que ya hay una apertura bastante grande".

Actualmente, la Asociación de Empresarios Chinos en Andalucía cuenta con unos 400 empresarios y autónomos que tienen que hacer frente a algunos de estos mitos, como "lo que a veces pasa al intentar iniciar una conferencia o hacer una reunión con el empresariado sevillano y se escuchan ciertos comentarios que no vienen a cuento, que te hacen pensar que hay cosas que no son procedentes”.

"Ya no solo son mitos, sino que es la falta de interés por querer ir más allá del mito", pues en el contexto empresarial "se quedan en la comodidad de hacer algún comentario y no querer saber si lo que dicen es verdad", subraya Espín, que sí destaca que “en la globalidad de la sociedad, en el día a día de las personas de la calle, la convivencia es perfecta, cada día más, y el conocimiento cada vez es mejor”.

Un ejemplo de cómo se trabaja en ámbitos como la cultura lo personifica la profesora y coordinadora del Centro de Cultura China de Sevilla, Elena Zhang, que llegó a España hace casi 20 años para estudiar español y fue en su día la primera alumna china de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla.

Zhang da clases de chino en este centro de la capital andaluza y tiene una visión muy amplia de lo que vive cada día en su segundo país, del que destaca que “a la gente le gusta el clima y tenemos personalidades muy parecidas porque se respetan las costumbres, de forma similar a China, y, en general, la gente es simpática”.

Preguntada sobre "el padre de todos los bulos", el que señala que no cotizan en la Hacienda española, defiende que “la mayoría de las personas chinas que trabajan y viven en España cotizan igual que cualquier español, en eso no tenemos diferencia alguna”, y recuerda que, aunque los bazares fueron el germen de todo, “hoy día tenemos restaurantes, tiendas de ropa, empresas de importación, de gestión de turismo o educación”.

Por su parte, José María Espín asegura que cada vez hay más iniciativas para implementar ofertas culturales, turísticas o gastronómicas de China, “porque cada vez se aprecia más”, y cita superficies de venta de sus productos “que si vas un fin de semana puedes apreciar como hay familias españolas con sus niños que van porque les parece algo a nivel gastronómico interesante y atractivo”.

En cuanto a la creencia de que los chinos viven en un círculo cerrado en el que no dejan entrar a personas no orientales, señala: “Son personas que tienen su forma de entablar las relaciones, que a lo mejor, aquí en Sevilla, estamos acostumbrados a abrirnos mucho de primera, sin conocernos, pero ellos no son así, y es algo que se interpreta mal”.

"Igual un señor en Finlandia no llega y te da un abrazo, pero no por ello te hace más oscuro o menos transparente", concluye. 

Se quedan en la comodidad de hacer algún comentario y no querer saber si lo que dicen es verdad

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