La tumba romana del siglo I localizada en Carmona (Sevilla) hace varias semanas y que contenía un perfume con más de 2.000 años de antigüedad tenía además en su interior tres piedras preciosas, en concreto de ámbar, posiblemente las cuentas de un collar, que procedían del Mar Báltico.
Así lo ha identificado gracias a la espectroscopia infrarroja un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba, dirigido por el catedrático de Química Orgánica José Rafael Ruiz Arrebola, que también ha concretado que las joyas fueron conservadas en una pequeña bolsa, hecha probablemente de lino, al identificar restos de celulosa junto a las piedras.
La institución académica cordobesa ha informado este lunes de que el reto del trabajo estuvo en confirmar que las piedras de la mujer enterrada en el mausoleo familiar eran ámbar y poder determinar su origen, según ha publicado el grupo de investigación en la revista 'Vibrational Spectroscopy'.
La metodología es conocida desde principios de los años noventa, si bien la complejidad de los espectros infrarrojos para el ámbar requiere la comparación con los de otros especímenes para asegurar una identificación precisa.
El catedrático Ruiz Arrebola, junto a los investigadores del equipo FQM346 de la Universidad de Córdoba Daniel Cosano, Dolores Esquivel y Fernando Lafont, han utilizado la química orgánica y la más avanzada tecnología de análisis para caracterizar restos patrimoniales y ofrecer a historiadores y conservadores información útil para profundizar en el conocimiento sobre los usos funerarios de la Antigua Roma.
La tumba fue excavada por el arqueólogo del Ayuntamiento de Carmona Juan Manuel Román y la relación del ámbar del Mal Báltico con Roma puede estar en la calzada que unía los dos puntos para garantizar la seguridad de esta ruta comercial existente desde la Prehistoria.
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