La asociación profesional Justicia para la Guardia Civil (Jucil) ha salido este miércoles en defensa de los dos agentes denunciados por una familia de Mairena del Aljarafe (Sevilla), después de que su hijo, de 37 años de edad, fuese reducido por tales efectivos en el marco de una actuación ante un caso de violencia doméstica y falleciese días después en el hospital San Juan de Dios de dicha comarca.
Mientras la familia achaca a estos agentes un presunto delito de homicidio por imprudencia, reconociendo que su hijo presentaba "un ataque de locura" quizá porque habría "bebido o tomado alguna droga" pero considerando que los efectivos actuaron con "brutalidad"; Jucil ha expuesto que estos dos guardias civiles, asistidos por la asociación, actuaron "en defensa de la vida del padre y de la madre del fallecido".
"Ellos fueron precisamente las personas que llamaron en petición de socorro a la Guardia Civil para que intervinieran en garantizar su seguridad ante la actitud de extremada violencia que mostraba su hijo contra ellos en el domicilio familiar", indica la asociación, después de que el padre del fallecido reconociese tales extremos en una rueda de prensa celebrada este pasado martes, pero reprochase a los efectivos su "brutalidad", culpándoles de la muerte de su vástago.
La asociación ha insistido en que los agentes actuaron para "defender la vida de ambos progenitores y para la detención aplicaron los medios de los que disponían, únicamente sus defensas personales extensibles y sus propios cuerpos", al carecer de "otros medios, como pistolas eléctricas táser, lo que hubiera evitado el contacto físico". "Esas pistolas de efectos eléctricos las reclama Jucil desde hace años", enfatiza la entidad.
La asociación rechaza además la posibilidad de que "todo se juzgue a través de un único vídeo, del que se desconoce y será casi imposible probar si el autor ha eliminado partes que pudiera haber considerado inadecuadas, para conservar sólo los momentos donde se pretenda reflejar como los que son constitutivos del desenlace de muerte, y presentar estas imágenes como un hecho irrefutable, cuando además han sido tomadas precisamente por una de las personas cuya vida habían acudido a defender los dos guardias civiles". Por eso, reclama también equipar a los agentes con cámaras unipersonales.
"Los guardias civiles actuaron de forma proporcionada y adecuada a la actitud extremadamente violenta, tanto hacia ellos como hacia sus familiares directos, que mostraba Carlos Bejarano, quien arrojó en los primeros segundos del incidente un martillo de grandes proporciones contra uno de los guardias, que pudo esquivar el golpe y lanzó después una llave inglesa de gran tamaño contra el otro, quien también pudo zafarse del arma arrojadiza", asegura la asociación.
"Ambos se limitaron a ejercer, con la única arma de sus propios cuerpos, la fuerza necesaria para inmovilizar al agresor. Y cuando notaron que se desvanecía, colaboraron de manera activa en su reanimación hasta que llegaron las asistencias sanitarias", defiende Jucil, insistiendo en que "con mejores medios, su actuación hubiera
sido impecable", mientras "con los que tenían, fue la proporcionada y usaron la fuerza necesaria para proteger la vida de los padres del fallecido".
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