Carmen Escudero: "Esto es una carrera de fondo, y yo no quiero parar nunca"

Publicado: 01/11/2022
La joven actriz sevillana Carmen Escudero encarna el personaje de El Duende en 'La cabeza del dragón', una producción del Centro Dramático Nacional
La danza, el baile flamenco, el cante, la expresión corporal y la interpretación forman parte ya del itinerario artístico de la joven promesa del panorama andaluz de las artes escénicas Carmen Escudero (Los Palacios y Villafranca, Sevilla, 1999). Todas y cada una de estas disciplinas le han permitido encarnar el personaje El Duende de ‘La cabeza del dragón’ de Valle-Inclán, una obra producida por el Centro Dramático Nacional que estará en cartel hasta el 13 de noviembre en el Teatro María Guerrero de Madrid. Un reto que le propuso afrontar su directora Lucía Miranda desde su propia identidad andaluza y que le está ayudando a ganar confianza en sus capacidades al tiempo que crecer sobremanera como actriz.

Actualmente te encuentras representando en Madrid ‘La cabeza del dragón’ en el Teatro María Guerrero ¿Cómo accedes a formar parte del elenco?

–Fue en cuestión de días y con muchísima ilusión y adrenalina. Ya llevo un año trabajando mano a mano con LIS representantes, un equipo humano y profesional maravilloso, formado por Beatriz Rojas y Antonio Mondéjar, quienes me están cuidando muchísimo. Bea me llamó una tarde de verano y me dijo que había recibido una llamada del Centro Dramático Nacional. Me dio la información que tenía sobre el proyecto de La cabeza del dragón y me dijo que solo faltaba por seleccionar a la actriz que interpretaría a El Duende. Me dijo que ya estaba el proceso de prueba cerrado para los demás personajes, que solo faltaba ese y no lo encontraban, querían una actriz que cantara y bailara flamenco. Las dos estábamos muy contentas y me puse a trabajar a tope para la prueba. Envié unos vídeos cantando, bailando e interpretando, y a los días hice una videollamada con la directora, Lucía Miranda, y la ayudante de dirección, Belén De Santiago. En menos de 10 minutos de llamada conectamos y supimos que estaba dentro del proyecto.

Tu pasión por la interpretación siempre ha estado ligada a la música y a la danza, especialmente al flamenco. A través de este género musical y con tu acento andaluz interpretas en ‘La cabeza del dragón’ al personaje El Duende. ¿Nos puedes hablar sobre él? ¿Podríamos decir que el personaje estaba escrito para ti?

–El Duende es un personaje simplemente fascinante. En la obra original de Valle-Inclán es el que desafía a los príncipes para que le den libertad, ya que se encuentra encerrado. Les pide esto evaluando su capacidad de amar y su bondad. Solo le ayuda el príncipe Verdemar, y el Duende, en agradecimiento, acompaña al príncipe Verdemar durante el viaje a su nueva vida. Lucía me ayudó mucho con la creación de este personaje. Le dimos la vuelta y en lugar de un duende de cuento, lo convertimos en una mujer poderosa, mágica, una diva que canta y baila, una súper estrella. Es muy potente representar esto ya que en la primera escena de la obra vemos a una mujer encerrada contra tres hombres de la realeza, que consigue liberarse. Rompe los cánones sociales y patriarcales. Es un personaje lleno de fuerza, amor, pasión, justicia y bondad. He descubierto muchísimas cosas con él y para mí es un honor poder darle vida cada día. Lucía es una directora muy generosa. Te deja crear desde ti y sacar todo lo que tienes dentro, y las disciplinas con las que más disfrutas. Siento que este personaje me estaba esperando, y buscando. Me encontró, y yo a él.

¿Cómo ha sido el proceso previo de preparación y ensayos?

–Lucía y Belén han creado un espacio de trabajo muy seguro y libre, donde la creatividad y el amor entre el elenco y hacia el trabajo se ha generado de manera muy fluida. Con profesionalidad y rigurosidad, pero desde el disfrute y el encuentro entre todos. Lucía tiene una mirada prodigiosa que sabe sacar lo mejor de cada actor, y que permite que te desarrolles en todos los sentidos. Volvería a repetir este proceso de creación sin dudarlo, es una gozada trabajar así.

¿Cómo ha sido trabajar con la directora y el resto del equipo? ¿Y con tus compañeros de elenco?

–Desde que los conocí me han mostrado lo buenos profesionales y personas que son. En todo momento me he sentido arropada, y en ninguna ocasión he sentido una mirada que juzga o que critica, al contrario, nos hemos impulsado unos a otros para sacar lo mejor de nosotros. De este proyecto me llevo una familia. Todos teníamos las mismas ganas e ilusión por vivir esta aventura, y nos hemos cuidado mucho, porque cuando amas lo que haces, vives con agradecimiento cada día, y ves como un regalo a tus compañeros, al menos así los veo yo. Personas talentosas, trabajadoras, artistas que te enseñan cada día muchísimo. Encontrarnos en el camino ha sido un tesoro.

La directora Lucía Miranda ha querido mantener el acento natural de los integrantes del elenco ofreciendo así pluralidad también en el ámbito lingüístico ¿Qué piensas sobre esto?

–Lucía sabe que en la diversidad está la riqueza, y en la naturalidad la belleza. Todos nosotros somos únicos y especiales, y utilizar las cualidades que nos caracterizan como herramienta es un acierto asegurado. Muchas veces nos piden que quitemos los acentos, y no entiendo muy bien por qué. Si el personaje lo requiere me parece perfecto, pero los acentos, las formas de hablar, deberían maravillarnos, no molestarnos. Tu acento es parte de tu identidad, es como hablan tus padres y tus abuelos, y forma parte de ti. A mí, personalmente, el acento andaluz me maravilla, me parece precioso y auténtico, y es completamente correcto. Me encanta hablar con mi Z en un teatro nacional, para dar voz a todas las personas que hablan como yo, y a las que no. En la interpretación, en general, se asocia el andaluz a personajes de clase social más baja, y ya es hora de ir cambiando eso. Cada persona es única y cada uno tiene una manera de hablar, un acento. ¡Disfrutemos de ello!

¿Cómo está respondiendo el público ante la obra?

–Yo veo que el público sale muy contento. Durante la obra tienen momentos para reír, llorar, reflexionar, asombrarse, o simplemente admirar, y nosotros lo vemos.  Estamos teniendo un público muy agradecido, participativo, y con muchas ganas de pasarlo bien. Todos los días montamos una fiesta, y ellos se sumergen con nosotros, desde el principio hasta el final. No creo que esta obra deje indiferente a nadie, y muchos de ellos nos hacen llegar sus palabras de agradecimiento. Los jóvenes empatizan con nosotros, y los mayores también. Veo sus miradas de ternura, y vuelven a ser niños por un ratito. Se crea una energía preciosa en la obra entre el público y el elenco.

¿Qué te ha aportado personal y profesionalmente participar en una producción del Centro Dramático Nacional?

–Estoy eternamente agradecida por esta gran oportunidad. Mi carrera profesional acaba de empezar, y no puedo explicar lo que siento cada día cuando voy al teatro a actuar. Profesionalmente es un momento de aprendizaje brutal, y el equipo que me rodea me lo recuerda cada día. Personalmente me siento llena de amor y energía. Este proyecto me ha aportado fe en mi profesión y confianza en mí misma, y me ha confirmado que el trabajo da frutos, y que en el camino está la recompensa, que el camino es la recompensa. La verdad es que me cuesta explicarlo con palabras.

¿Qué objetivos o proyectos te planteas en un futuro próximo? ¿Te gustaría continuar tu trayectoria compaginando el ámbito teatral y el audiovisual?

–En este momento estoy muy sumergida en este proyecto y no pienso mucho en el futuro. Me gustaría seguir formándome, en todos los aspectos. Esto es una carrera de fondo, y yo no quiero parar nunca. Es mi pasión y me siento preparada para todo lo que pueda venir. Acepto la incertidumbre como parte de mi carrera, y la adrenalina que eso provoca, no con miedo, si no con curiosidad. Me gustaría hacerlo todo: teatro, cine, musical… ponerme al servicio del arte, y seguir viviéndolo. El arte es maravilloso en todas sus formas.

 

CARMEN ESCUDERO comienza su formación corporal a la edad de cuatro años en ballet clásico, que más tarde complementaría con la danza contemporánea y el baile flamenco. Posteriormente se gradúa en la Escuela Superior de Arte Dramático, cursando un año en la escuela de Interpretación Theatre Faculty JAMU, en Brno (República Checa). Entre sus trabajos, cabe destacar ‘Enlorquecidas’, obra teatral en la que también nos muestra tanto sus dotes interpretativas como vocales.

 

 

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