La impresión general, tanto por la evidencia física de prácticamente no poder dar un paso en el Real, como por los indicadores utilizados por el Ayuntamiento (viajeros que usaron los medios de transporte público, grado de ocupación de los aparcamientos, carruajes en el paseo de caballos, kilos de basura recogidos…), ha sido de que el domingo de la Feria de Abril (en mayo) de este 2022 se agolpó en el recinto de Los Remedios el mayor número de personas que se recuerda en los últimos decenios.
Desde el gobierno de la ciudad se ha utilizado el adjetivo “histórico” para calificar lo acaecido en la jornada inaugural del festejo. El delegado de Gobernación y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, declaró: “En cuanto a datos, se rompieron todas las estadísticas, con la mayor afluencia y, sobre todo, en cuanto a las cifras de usuarios de Tussam, del Metro y de aparcamientos. Esa mayor presencia produjo un mejor consumo, por lo que las previsiones saltaron también por los aires”.
El domingo de los récords se tradujo en que, según el delegado, entre 300.000 y 400.000 personas visitaron el Real.
Pues si la percepción general, los indicadores de todo tipo y el aforo realizado por el máximo responsable del evento llevan a la conclusión de que el día en que no cabía ni un alfiler en el campo de la Feria a lo largo de la jornada pasaron por allí, que no significa lo mismo que permanecer todas de forma simultánea, entre 300.000 y 400.000 personas, esta cifra supone el fin del mito del millón en la Feria.
El millón no era más que un tópico, una leyenda urbana, porque es obvio que en los 275.000 m2 del Real, con sus 1.054 casetas, es físicamente imposible que quepa al mismo tiempo el equivalente a todos los habitantes de Sevilla más los de otra media.
El debate
El domingo de los récords, en que se agotaron hasta los alimentos y las bebidas en las casetas, ha provocado un debate político y social sobre el modelo de fiesta que tenemos y si realmente es el que queremos.
El senador y alcaldable del PP, José Luis Sanz, tras afirmar que las calles del Real eran “un río de gente, una bulla de Semana Santa”, recordó que la fiesta de este año ha coincidido con un puente en Madrid y que “no es la primera vez que pasa que se desborda la Feria cuando coincide con fiestas en Madrid”.
Para Sanz, ha llegado el momento de “plantearse un debate sereno fuera de la Feria con todos los sectores implicados, para decidir entre todos qué Feria queremos”.
El alcaldable popular ha criticado a Espadas “por haber dejado un modelo de Feria que no sabemos si funciona” y quiere que se vea si es necesaria una redimensión e incluso una reducción del número de días de fiesta.
Por su parte, el alcalde y heredero político de Espadas, Antonio Muñoz, ha afirmado que las aglomeraciones de público son “consustanciales” a la Feria y “dependiendo” cada año de en qué días cae el puente del Primero de mayo, que atrae a miles de visitantes de Madrid por ser allí festivo el 2 de mayo, Día de aquella comunidad autónoma.
Objetivo buscado
Una cosa es la aglomeración (“amontonar, juntar cosas o personas”, según la definición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española) y otra es la saturación (“llenar de modo que exceda”). El exceso ha sido justamente lo que ha caracterizado la Feria de este año.
Y hay que añadir que es una saturación deliberadamente buscada mediante la consulta popular que organizó Espadas en el año 2017 (sólo votaron 40.659 sevillanos, un 8% del censo electoral) para justificar el nuevo formato de la Feria: que se celebrara de sábado a sábado y con un festivo local en medio (miércoles), de forma que hubiera más probabilidad de subordinarla al calendario festivo de Madrid para, propiciando la invasión de madrileños, incrementar la facturación del sector turístico local. En aquel entonces se estimó que el visitante foráneo gastaba mucho más que el nativo: 135,17 euros per cápita.
Millones adicionales
Si el alcaldable del PP, José Luis Sanz, busca una respuesta de “todos los sectores implicados”, puede hallarla sin necesidad siquiera de reunirse con ellos. Le basta con bucear en la hemeroteca y leer crónicas periodísticas de aquel 2017, como ésta de mi compañera Isabel Morillo: “El cambio de fecha cuenta con el aplauso y apoyo de empresarios y hosteleros, que estiman que el negocio puede ser redondo. Según datos ofrecidos por el Ayuntamiento, se calcula que este nuevo formato de sábado a sábado podría incrementar en 121 millones el impacto económico para la ciudad. Hasta 843 millones en pocos días, donde el lleno se repite en los hoteles y es casi misión imposible encontrar AVE con destino a la estación de Santa Justa”.
Queda clarísimo, por si Sanz y alguien más tiene alguna duda: el modelo tradicional de la Feria de abril, aquella que con su Preferia oficiosa permitía que los sevillanos dejaran el campo libre a los forasteros en la segunda mitad del festejo, con espacio y tiempo de disfrute para todos sin saturación, ha sido sacrificado en el altar del dinero, a la caza y captura de esos 121 millones de euros adicionales que se estimó supondría la creación de las condiciones objetivas para favorecer la invasión madrileña.
De abril a mayo
Exceptuando 2020 y 2021, debido a la suspensión por la pandemia, entre 2017 y 2022, ambos inclusive, se han celebrado cuatro Ferias con el modelo de Espadas y sólo una no ha tenido lugar en mayo y ha sido de Abril propiamente dicha.
Tres de esas Ferias, pues, se han organizado en mayo para propiciar una coincidencia con las fiestas del 1 y 2 de mayo o bien con un puente previo en Madrid que permitiera la tan anhelada invasión madrileña.
Si se elimina de facto la Preferia y se obliga a que los sevillanos coincidan con los madrileños en el arranque de las Ferias en mayo (por ende, también con más calor) en vez de en abril, la consecuencia no es la “consustancial aglomeración”, como sostiene Muñoz, sino la saturación, como ha ocurrido este año, con el factor añadido de las mayores ganas de fiesta tras dos suspensiones a causa del Covid.
A expensas de ver qué ocurre en el futuro, la saturación es el riesgo inherente al modelo de Feria legado por Espadas de subordinación al calendario festivo madrileño para llenar las arcas del sector turístico sevillano, para el que cuanto más esté de bote en bote el Real, mejor que mejor.
No al traslado
La solución, como bien ha dicho Muñoz, no consiste en el traslado del recinto ferial existente en Los Remedios. Ya lo planteó, con su megalomanía característica, Monteseirín al Charco de la Pava (terreno inundable, por cierto) y con la ocurrencia de las casetas de dos plantas. La idea decayó por irrealizable (no había espacio suficiente), inoportuna y antieconómica a pesar de que incluso se plasmó en el PGOU.
Y es que ya en aquel entonces se evaluó en 30 millones de euros el coste del traslado al Charco de la Pava, al que habría que sumar el de una pasarela sobre el río para conectar con la calle del Infierno, que debía situarse en la otra orilla debido a la falta de suficiente espacio. Y todo para ganar tan sólo 150 casetas más. Una inversión de tal cuantía, que hoy sería aún mayor, no parece prioritaria para un uso de sólo siete días al año en una ciudad con los barrios más pobres de España.
Hay que recordar que la mayor parte, por no decir todas, de las 120 hectáreas que precisa la Feria (entre Real, calle del Infierno y aparcamientos de apoyo) pertenecen al Estado, el cual tiene cedido su uso a la ciudad única y exclusivamente para y mientras organice el festejo en esos suelos.
En cuanto la Feria se traslade, adiós municipal a los mismos. ¿Y dónde va a encontrar el Ayuntamiento en el término municipal otras 120 hectáreas tan bien situadas como éstas al lado del puerto para que atraquen los cruceros y los yates de los potentados y a tan sólo un paseo a pie desde el Centro?
Coincido con el alcalde en que “la Feria está bien donde está y con el tamaño que tiene ahora, ya que permite andar de Norte a Sur y de Este a Oeste de una manera cómoda”.
Medidas
Aunque Muñoz no se plantea imponer controles de acceso, algo debería hacerse para evitar en el futuro saturaciones como la sufrida este año. Por ejemplo, liquidar el modelo de Espadas de sábado a sábado y buscando descaradamente el puente de los madrileños; es decir, volver al modelo tradicional de Feria plenamente de abril, de lunes/martes a domingo y, en todo caso, que sea su final y no su principio el que coincida con el calendario festivo de Madrid.
Además, instaurar un sistema de medición en tiempo real (drones, cámaras web en la portada y/o en mástiles) del grado de ocupación del recinto, con información continua a los ciudadanos mediante pantallas ubicadas en los accesos y cualesquiera otras existentes (como las de Tussam, tranvía, aparcamientos), además de en el aeropuerto, estaciones y hoteles, e incluso con una “app” específica, de forma que la gente sepa a qué atenerse y se autorregule, ya que hasta ahora acude a ciegas, sin saber qué va a encontrar en el Real.
Si el fenómeno de la saturación se consolida por no hacer nada al respecto podría acabar espantando, por hastío, a ese mismo turismo que se ha procurado atraer con el modelo de Feria de Espadas, el cual entraña el riesgo de matar la gallina de los huevos de oro.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es