En román paladino

El pueblo soy yo

El convencimiento le lleva a plantear una realidad paralela

Publicado: 25/03/2019 ·
21:25
· Actualizado: 25/03/2019 · 21:25
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Puede parecer mentira pero es verdad.  Ante el ultimátum que le estaban dando un grupo de radicales para que declarara de una vez la república catalana y otras lindezas, como dejar de emplear a la policía autonómica para quitar los lazos amarillos de los colegios, por orden judicial, el presidente catalán,  Quim Torra, le dijo la frase más emblemática de todas las que ha dicho –y han sido muchas las que ha pronunciado- en este larguísimo  proceso independentista: “El pueblo soy yo”. Era conocida una cita famosa  atribuida a Luis XIV, el rey sol: “El Estado soy yo”. Es una manera de proponerse al frente del Estado. De una forma claramente absolutista, pero es dirigir y representar a la administración del Estado. Torra llega más lejos. Él es el pueblo. Representa no a la administración sino al pueblo todo.

La lucha entre la democracia y la dictadura, entre el republicanismo y  el realismo o monarquismo, entre los regímenes del pueblo para el pueblo y los de para el pueblo pero sin el pueblo no es de hoy, es la historia eterna de la política. Por situar un inicio,  el presentado como traidor asesino de Julio Cesar, Bruto, lo que quiso fue salvar la república romana como sistema contrastado  de control de los gobernantes por el senado romano y no a la inversa.  A partir de ahí la historia de reyes absolutos,  dictadores, caudillos, generalísimos y comandantes supremos que han querido salvar al pueblo es interminable.

El “Yo soy el pueblo”, pronunciado por un presidente que se declara vicario de otro que ha huido y con el que concierta toda su estrategia, no deja de ser un disparate. La finalidad de su estrategia es reducir al pueblo. En número y en calidad. Como el pueblo no le da la mayoría lo que se hace es reducir su tamaño. Son catalanes - nunca se dirá públicamente pero sus políticas lo delatan-   los buenos catalanes. Los que quieren la separación de España. Es la única manera de explicar que se haya querido declarar una independencia a las bravas, con la mayoría del censo en contra. El convencimiento le lleva a plantear una realidad paralela, que da igual que coincida con la realidad. “Si la realidad no coincide  con lo que pienso, se cambia la realidad”. Ésa parece ser la estrategia adoptada.

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