Nada más inútil para adentrarse en un tema complejo que poner sobre la mesa argumentos simplistas. El tema catalán empieza a ser el de dos relatos que caminan en líneas paralelas y que no se van a encontrar nunca. Los independentistas –los antiguos y los que se convirtieron recientemente- creyeron que su verdad era la definitiva y dieron los pasos para proclamar - aunque sin mucha convicción- la república catalana, con una declaración unilateral de independencia acompañada de leyes de “desconexión” con el resto de España. Ello produjo el despertar ardoroso de muchos catalanes que habían convivido hasta hacía poco con una realidad que daba el poder autonómico a partidos que tenían como consigna plañidera el “España nos roba” pero no la independencia, hasta que la corrupción rebosó todos los límites. El mapa de Cataluña se partió en dos. Y su gente también.
El domingo, unas 300.000 personas salieron a pedir la libertad de los políticos catalanes presos y el regreso de los dirigentes que huyeron al extranjero. Pueden volver cuando quieran, pero serían llevados ante el juez. En definitiva, se pide que las leyes no sean tan rigurosas con los que se ciscaron en la Constitución y el Estatuto, sino que aquellos actos de enloquecida soberbia política y de desafío al Estado se concluyan con un golpecito de camaradería en la espalda. Santos Juliá lo explica bien.
Ahora el problema está teniendo la dimensión europea que pretendieron los soberanistas desde el principio,sin conseguirlo, con los inciertos procesos de extradición en Suiza, Reino Unido, Bélgica y Alemania. Demasiados países y demasiada prensa hablando de “exiliados” y de “presos políticos” en España. Incluso comparándola con Turquía. Como si no funcionase un parlamento, catalán o los 300.000 manifestantes y los 1.000 autobuses que transportaron a muchos de ellos lo hubieran hecho en la clandestinidad. Christoph Hasselbach, de la cadena, Deutsche Welle –la radiotelevisión pública alemana para el extranjero-, entre otros, les ha contestado: “Queridos separatistas de todas partes de Alemania que hasta ahora habían estado escondidos: ¡atrévanse!”, refiriéndose a Baviera y Hamburgo y a los separatistas de los otros países europeos, del Tirol del Sur, de Córcega o de cualquier otro lugar”, que en Alemania tendrían “un refugio seguro” si las cosas les iban mal.Voces de alarma por el futuro de la Unión Europea. Nada es simple.
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