Desde hace ya no pocas semanas venimos llevando a cabo una aproximación a los contenidos textuales que dan forma a la exposición del CIMA, el Centro de Interpretación de la Manzanilla, un pequeño espaciomuseístico-interpretativo que se localiza en el interior deLas Covachas, señero y simbólico monumento sanluqueño a caballo entre el Barrio Alto y el Barrio Bajo, en pleno corazón del casco histórico de la ciudad de Sanlúcar de Barrameda.
De dichos textos es autor el firmante de estos párrafos quien también, como ya señalamos precedentemente, formaría parte del equipo redactor que se ocupó en su día, hace no muchos años, del diseño de los contenidos del mencionado Centro de la Manzanilla, el CIMA.
Hemos abordado en los trabajos anteriores al de hoylos contenidos de los tres primeros Espacios del conjunto de los que conforman la exposición del CIMA, siendo que en los últimos textos de esta modesta serie venimos considerando los ricos contenidos del cuarto de los referidos espacios expositivos del Centro de Interpretación de la Manzanilla sito, como señalamos, en Las Covachas.
En las líneas del artículo de hoy continuaremos centrando nuestra atención en el mencionado Espacio cuarto de la antedicha exposición del CIMA, un segmento del citado contexto expositivo que está dedicado a “Los Oficios del Vino” y que alberga en su seno dos panelesinformativos (una pauta habitual en los Espacios del CIMA).
El primero de esta pareja de paneles expositivos presenta el mismo título general del Espacio 4 (esto es, “Los Oficios del Vino”) que lo alberga, al tiempo que de otra parte el segundo de los paneles de este cuarto Espacio del Centro de Interpretación de la Manzanilla lleva portítulo propio el de “Los aperos del vino”.
De este modo, el cuarto Espacio expositivo del CIMA (al que hacemos referencia) se vertebra y organiza en torno a los oficios tradicionales (sin menoscabo de losmodernos) del rico mundo de la manzanilla, enfocando de otra parte este Espacio su atención en su segundo panel enlo relativo a los aperos y la ferramenta del mundo bodeguero sanluqueño, otorgando una especial atención a los elementos más añosos y tradicionales, al tiempo, de dicho mundo bodeguero y de la manzanilla.
Como señalábamos la semana anterior, en el panel 1de este Espacio 4 del CIMA encontramos los siguientes “Oficios del vino” (contando cada uno de dichos oficios con un texto que lo aborda y lo retrata): “Arrumbador”, “Tonelero”, “Trasegador”, “Capataz de bodega”, “Despacho de vino”, “Vendimiador “, “Viticultor, vinicultor, vitivinicultor”, “Espartero”, “Carretero”, “Carpintero”, “Alarifes y albañiles”, “Bodeguero”, “Enólogo” y “Oficina”.
Por otra parte, en el panel 2 de este cuarto Espacio del CIMA (que está dedicado a los aperos del vino, como adelantábamos en párrafos precedentes) encontramos los siguientes apartados: “Bajetes”, “Canoas”, “Esterones”, “Caña”, “Vaso de caña” y “Vehículos”.
La semana pasada nos acercábamos a algunos de los contenidos del Panel 1 del Espacio 4, dedicado genéricamente a “Los Oficios del Vino”, quedándonos algunos de dichos oficios sin tratar en los párrafos de dicha semana y pendientes, por ello, para ser considerados en las líneas de hoy, lo que haremos a continuación.
Así pues nos acercaremos ahora al total de tres “Oficios del Vino” que no pudimos desarrollar (por cuestiones de espacio) en el artículo precedente: “Bodeguero”, “Enólogo” y “Oficina”.
Bodeguero. Alma de otro tiempo, el bodeguero es propietario y es trabajador, es siempre patrono y no pocas veces operario…
Conoce oficios y trabajadores, y vela el sueño de la manzanilla mientras busca mercados para que sus vinos sigan creciendo fuera de su ámbito, lejos de su mirada, velando con ello por el crecimiento de las bodegas y por el bienestar de los trabajadores…
Oficio artesano, tradicional, hecho a los avatares del mundo actual, el bodeguero duerme poco, sueña mucho y sabe más de lo que nunca contará…
Enólogo. En la penumbra de la bodega, el saber arcano de los enólogos se combina con la más rabiosa modernidad para seguir dando forma a ese espléndido maridaje entre tradición y actualidad que se condensa y se concentra en las botas sanluqueñas.
Una liturgia que se alimenta del conocimiento arcano atesorado en el tiempo unido a los requisitos de la vida y el mercado actuales sin alterar su esencia, su naturaleza y carácter, porque los vinos sanluqueños son tradición y modernidad. Los enólogos guardan en su haber el tesoro de su conocimiento, siglos de trabajo e identidad de nuestros vinos y la conexión con los requisitos del mercado contemporáneo, guardando las esencias de lo auténtico y lo excelente.
Oficina. Para que la manzanilla y los demás vinos sanluqueños sigan fluyendo desde esos templos que son las bodegas de la ciudad resulta imprescindible el trabajo constante, sistemático, callado acaso, de tantas personas, de tantos profesionales que desempeñan sus oficios en el contexto de la gestión diaria de unas bodegas que son mucho más que los templos del vino.
Son verdaderas empresas, fulgentes y competitivas, en las que se reúnen y trabajan comerciales, especialistas en muy diversos ámbitos de la gestión, en tantos menesteres como requiere el mercado actual, dando lo mejor de sí mismos para que los vinos de Sanlúcar, con la manzanilla a la cabeza, sigan siendo una referencia universal.
Hasta aquí lo relativo a los contenidos dedicados a los “Oficios del Vino”, un tanto escuetos por la propia naturaleza del espacio expositivo que los alberga.
La semana que viene entraremos a considerar el segundo panel del cuarto Espacio del CIMA, el cual(como venimos adelantando hasta ahora) centra su interés y su atención en las cuestiones relativas al ricoherramental histórico de las bodegas de la manzanilla, estando precisa y no casualmente consagrado -como oportunamente refleja el título de dicha sección y venimos señalando- a “Los aperos del Vino”.
Seguiremos con ello con nuestro paseo por los contenidos del CIMA, como forma de tratar de contribuir a darlos a conocer entre el gran público y los lectores.
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