La Junta de Andalucía ya no puede poner más excusas para recepcionar el Centro de Adultos María Zambrano si lo que lo impedía era la protección de la rampa para sillas de ruedas y personas con movilidad reducida.
Eso sí, el resultado final es para tomárselo con calma y estudiar si se puede coger por algún sitio y encontrarle una explicación, aunque entre en el terreno de lo artístico donde la interpretación de cada uno puede suplantar la realidad.
Los diseñadores del edificio ya tuvieron el dudoso gusto de proteger la rampa con una reja que terminaba justo donde la silla de ruedas se podía estampar con la fachada del Hospital de San José y sin añadir los pasamanos que dictan las normativas.
Ante las denuncias de colectivos y personas discapacitadas se ha optado por una salida rápida al asunto que no ha sido otra que echarle el sofrito por encima a la paella, ya que se olvidaron de hacerlo al principio.
Nunca se han visto tanto hierro junto en una rampa, ni tanto hierro uno encima de otro. Y desde luego, nadie podrá decir que no tiene dónde agarrarse una vez que se le ha dado la solución que se le ha dado.
Ustedes mismos. Y mismas.
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