San Fernando

De regalarte un mono químico a cobrártelo a 18 euros dos días después

La crisis sanitaria aviva la especulación, deja al descubierto las vergüenzas de los gobiernos y de rebote las de las residencias de ancianos y otros sectores.

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  • Residencia de la Cruz Roja en San Fernando. -

Comprando cinco litros de insecticida para un olivo regalaban un mono químico hace dos semanas. El lunes pasado ese mono químico -sin el insecticida- costaba a las 8.30 horas 4,95 euros; el martes a la misma hora, 9,95 euros y ese mismo día a las 18.00 horas su precio ascendía a 18 euros.

Esa es una muestra de lo que está ocurriendo con el material sanitario, en el caso de que se encuentre o que lo puedan enviar antes del mes de mayo. 

Personal de la empresa Vitalia en Andalucía, dedicada a los centros de mayores, tuvo que enviar personal al kilómetro 103 de la carretera de Madrid a Barcelona a comprar material sanitario. Y trasladarse a ese o a cualquier otro lugar no asegura traerse el producto que se necesita. Si acaso, un remanente pequeño. El resto dentro de dos meses.

A la Sanidad española en general se le han visto las vergüenzas con esta crisis que nadie esperaba, pero nadie esperaba el desabastecimiento que existe en los propios hospitales. Ni las medidas del Gobierno que más temen los importadores, traer material que se lo incauten en las fronteras. Por no hablar de los retrasos en tomar medidas que ha producido lo normal en estos casos, que sólo los más capacitados -rápidos, inteligentes y con visión panorámica- consigan material. El resto, a la cola. Y al habalr del resto se habla de muchos otros gobiernos de países desarrollados que han actuado tan mal como el que más, que en España no han sido los peores.

Al resto de servicios públicos relacionados con los servicios sociales, caso de las residencias de ancianos en las que está precisamente el grupo de mayor riesgo en la pandemia del coronavirus, se les han visto también las vergüenzas. Aunque sea por arrastre. Distintas y en otras proporciones, pero vergüenzas.

Hay residencias que mantienen una política informativa absolutamente opaca, caso de Cruz Roja donde lo mismo que en las demás el personal no ha pasado por prueba alguna que garantice que no está infectado y por ende, no infectará a las personas mayores en su mayor parte con otras patologías que podrían llevarlos directamente a la muerte si se contagian.

Hay otras que mantienen una política de transparencia razonable, caso de Vitalia, donde el portavoz, Antonio Carrera, no elude ninguna pregunta porque la situación es patente, pública y precisamente su conocimiento es lo que haría que las autoridades se dieran prisa en poner en el mercado material ahora mismo tan inexistente como indispensable.

Medios técnicos y humanos

No sólo faltan los medios de protección más simples como mascarillas y guantes, sino que en la mayoría de las residencias hay personas infectadas con síntomas leves todavía que tienen que ser atendidas por personal de enfermería y gerocultura que tienen que hacerse una protección con un anorak y plástico común y corriente. No quiere decir que sea el caso de Vitalia, Cruz Roja o cualquiera de las residencias de San Fernando; es un caso generalizado porque las fotos están en las redes sociales.

También falta personal de atención a los usuarios, otro de los grandes problemas de las residencias de mayores que además se va agravando conforme algunos trabajadores dan positivo o son enviados a casa si tienen síntomas leves.

Junto a los que se van por contagio y se dan de baja están los que se dan de baja por miedo a enfermar, o porque tienen en sus casas a un familiar de avanzada edad.  O por otras razones, incluida preferir perder el trabajo a la salud.

No hay que olvidar que el trabajo en una residencia de mayores y otros tipos de servicios son vocacionales, pero no todos tienen la misma vocación. Antonio Carrera lo deja claro.

Hay falta de personal y lo peor es que no hay forma de contratar a enfermeras porque las tiene el Servicio Andaluz de Salud (SAS), “que es comprensible”. Ni a enfermeras ni a gericultoras porque la demanda es mayor que la oferta en estos momentos. Y las bajas laborales no es que sean escandalosas, pero “más de lo normal”.

Este viernes, en Facebook, una mujer de San Fernando se quejaba de que su padre estaba muy grave en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz con coronavirus.

La pregunta que se hacía la mujer era dónde lo había cogido, si estaba ingresado en la Residencia de la Cruz Roja.  Pues bien, asegura que preguntaba todos los días cómo estaba su padre, cómo estaban los demás, personal y usuarios y “siempre la misma respuesta, aquí estamos todos bien”. Decían a los familiares de no fueran a visitar a los usuarios para no contagiarlos.

No se salva ninguna en mayor o menor medida. La detección de infectados se hace por el oído o el tacto. Si está caliente o tose. Pero nada de test al personal y a los enfermos porque sencillamente no hay. Sólo hay que ver el último episodio del Gobierno de la Nación donde se supone que están los más capacitados. Compran test de baja calidad de una empresa sin licencia. De miedo.

Unas 550 plazas para mayores

En San Fernando hay una buena cantidad de residencias de mayores y centros de día -o ambas cosas a la vez-, por lo que el problema preocupa a pesar de que no se han registrados muchos casos en un mismo centro como ha ocurrido en otros lugares. Eso, al menos, que se sepa.

El centro residencial de personas mayores Vitalia Bahía de Cádiz, en San Fernando, cuenta con 140 plazas concertadas con la Junta de Andalucía, 100 para ancianos en situación de dependencia y 40 para residentes con trastornos de conducta (en total dispone de 196 plazas de residencia y 40 de estancia diurna), según su página web.

En el centro trabajan alrededor de un centenar de profesionales, entre los que se incluyen los administrativos, el personal de dirección y otros que no son los que atienden a los usuarios directamente. O sea, y a tres turnos diarios, la plantilla debe estar entre las quince y vente personas por turno.

Y ojo a uno de los datos, tienen 40 plazas para residentes con trastornos de conducta, usuarios que precisan de un plus de cuidados que se ve mermado por las bajas laborales y la falta de material de todo tipo.

La Residencia de mayores Cruz Roja de San Fernando tiene una capacidad de 165 plazas y constituye una alternativa de alojamiento para personas mayores que presentan algún grado de dependencia física, psíquica, sensorial y/o social, precisando cuidados especiales que no pueden ser solventados en sus domicilios o por su entorno familiar.

Cuenta con una plantilla de 98 personas, de las que siete son enfermeros y enfermeras y 42 gerocultoras. El resto del personal es administrativo, de intendencia, de mantenimiento y un par de conductores. O sea, la plantilla de atiende a los usuarios es similar a la del Centro de Mayores Vitalia.

A estas dos grandes residencias para personas mayores se une la Residencia Dolores Castañeda, especializada en personas con Alzheimer, que cuenta con 102 plazas y bajando del centenar, con 67 plazas, está la Residencia San José o con 23 plazas, la Residencia Virgen del Carmen. Esto es, que contando otros establecimientos más pequeños, en San Fernando hay unos 550 residentes, personas todas de alto riesgo en esta crisis.

   

Estudio generalizado

Este mismo viernes pasado, la Marea Blanca se remitía a la propuesta que hizo en una entrevista con el Defensor del Pueblo Andaluz del 21 de febrero de 2019, en la que estimaba “del mayor interés social” realizar una auditoría de la situación de las residencias de ancianos en Andalucía, en todos los aspectos residenciales, de alimentación, asistenciales y sanitarios.

En esa entrevista, que fue hace más de un año, el Defensor del Pueblo recibió dicha propuesta con la convicción de que era una necesidad, incluso constatada a nivel estatal. “No sabemos lo actuado al respecto, pero está claro que la pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto la especial vulnerabilidad de nuestros mayores, tantos los que viven en soledad como los que viven en residencias que suelen adolecer de graves deficiencias”.

“Y junto a ellos, los cuidadores, auxiliares y el personal asistencial que, así lo hemos detectado en numerosas Residencias geriátricas y servicios de ayuda a domicilio de nuestra provincia, carecen de equipos de protección individual suficientes que deben solucionarse de inmediato”, dicen sobre este tipo de establecimientos.

 

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