El festival Celsius ha invitado en la edición de este año al escritor de ciencia ficción, declarado homófobo y activista en contra de los derechos y la dignidad de las personas homosexuales, Orson Scott Card. Está habiendo un debate muy fuerte sobre si esta invitación es, efectivamente, un insulto a autoras y autores, aficionadas y aficionados, lectoras y lectores, no solo homosexuales, sino defensores de los derechos y la dignidad de los mismos.
Me hace gracia que se argumente que debemos separar al autor de la obra cuando se trata de un evento al que se invitan a autores, es decir, personas. Yo separo al autor de la obra cuando leo, no cuando me curro unos cuantos cientos de kilómetros y me dejo la pasta en ver a gente de otros rincones del planeta. Ahí se va a tratar con las personas y, lo siento, si eres gay, Orson Scott Card piensa que no eres digno de la sociedad y que deberían meterte en una clínica de tratamiento. ¿Quieres estrechar la mano de ese tío o quieres leer sus libros?
En fin, pero eso no es a lo que yo voy, ni me voy a meter demasiado con los que opinan que la censura está muy fea cuando se ejerce sobre los artistas, por más que esos artistas sean grandes censores de gente inocente que no tienen un altavoz como el suyo (ni la adoración y prestigio que supone la invitación a festivales). Yo quiero hablar de religión.
Orson Scott Card es un tío formado, además con conocimientos científicos, cosa que se nota en sus libros, pero es mormón. Ha sido criado en una familia mormona de las más notables. Le han metido mierda homófoba en la cabeza desde que mamaba. ¿Sabéis en qué cosas creen los mormones, de dónde sale su credo? Leedlo, porque no os lo vais a creer. A mí lo que me parece acojonante de este fenómeno es que un tío formado, leído, instruido e inteligente como Scott Card sea homófobo porque se permite que sus padres y todo su entorno lo intoxiquen hasta el punto de la anulación mental, a él y a miles y miles y miles de personas que no pudieron elegir cuando eran críos, con ideas de odio, ideas acientíficas y al mismo tiempo destructivas, contravalores que, fuera de la religión, serían delito, y nos siga pareciendo tan normal.
Me parece un delirio moderno que se permita que las religiones sean moldes de contravalores cuando, si un profesor hiciera con sus alumnos lo que hace un ministro religioso, posiblemente iría a la cárcel, y si unos padres hablasen a sus hijos sobre el respeto a la propiedad privada como los mormones hablan del respeto a las personas homosexuales, posiblemente, cuando esos niños acabasen robando, sus padres tendrían problemas con la justicia.
Scott Card, en cualquier caso, ya tiene mundo y canas donde no ilumina el sol, e influencias personales y literarias suficientes como para haber empezado a ver lagunillas en sus convencimientos; no he escrito esto para justificarlo ni de puta coña. De todo se puede salir, menos de la muerte.
Pero cuando un montón de gente se está fijando en el Celsius y en que Scott Card es homófobo,no me gustaría dejar pasar la oportunidad de señalar la obvio: este tío es homófobo porque su religión lo es, como lo son la mayoría de las religiones.
Homófobas, machistas, acientíficas y disruptivas con los valores sociales modernos. La Literatura es otra cosa y nos sobrevivirá a todos, pero, si nos metemos en ese tema, dudo que se pueda ser un gran escritor con un corazón pequeño y una mente al servicio de ese pequeño y mezquino corazón, donde no cabe ni la mitad de la mitad de la mitad de la humanidad más que en moldes estereotipados propios de la peor Literatura.
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