Escribo esto el domingo de las elecciones, sabiendo que saldrá publicado mañana lunes, con los resultados escrutados, conduciendo sin luces. Pero mi mensaje no va sobre recuento de votos. He escuchado en muchas ocasiones que España no se merece los políticos que tiene y me gustaría comentar algo al respecto.
Hace un rato he coincidido con Juan Antonio Delgado en una gasolinera, yo para dar de comer a mi Citröen y él para dar de comer a su Peugeot. Los dos hemos elucubrado sobre qué pasará, algo nerviosos, algo asustados, muy ilusionados. Ese hombre ha hecho miles de kilómetros por su cuenta desde que aceptó la candidatura al Congreso por Podemos, sabiendo que, si no sale, volverá a la Guardia Civil; señalado, claro. Ha estado donde ha podido, ha hecho lo que ha podido para que la campaña ruede.
Como Raquel Martínez, candidata de Almería, limpiadora que emplea sus vacaciones en las campañas y que ahorra para poder ir a convivencias y actividades de Podemos que engrosan su preparación y el tejido social. Es el tipo de gente que hace que la militancia apriete los dientes y avance contra el Levante.
He visto a Noelia Vera recorrer Andalucía con su hija en la barriga y hacer magia con esa energía duplicada que, madre mía, le reventaba por los ojos. He visto, sí, seamos justos, a Teresa Rodríguez tirar para atrás las desavenencias y romper el tablao con esa fuera sobrenatural que tiene cuando dice la verdad.
Defendiendo a los niños, que es por quienes hacemos todo esto.
Nos merecéis, sí, esta vez nos habéis merecido.
Habéis merecido a Lola, compañera de Puerto Real, coordinando de acto en acto con el crío a cuestas, el combustible justo, la mirada en el parquímetro. A Peláez y A.J., incombustibles y con la eficacia depredadora de un tigre, los ojos reventados de maquetar y compartir, los dedos sin huellas de ensobrar, cola para los carteles de desayuno, merienda y cena.
A las Anas de Sevilla y San Fernando, misiles de voluntad y empatía, Rocío, la bestia blanca que habita en Twitter, Valentín, el moje guerrero de la participación. Eze, el hombre del plan. Ángel, el ángel del futuro. Paco el Viejo y Aydé la Mexicana, los que tienden puentes en escenarios de guerra. Los columnistas sabios de Granada. Valdoseras, el que respira por nosotros.
No es que me olvide de algunos, es que sois legión. Ibarbuén, Umy, Lou, Víctor, José, político que curra en un sitio donde no puede hacer política. Este final de campaña ha sido la hostia y, ya digo que no sé cómo hemos quedado, pero en la derrota y en la victoria, desde el último indio hasta el primer jefe, ha sido combate magnífico. Magnífico.
Somos buenos, lo somos, y nos merecéis.
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