Las bambas

Publicado: 15/07/2019
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Las recordamos tan planas que parecían levantarse por las punteras, dando la sensación de ir subiendo por una tapia.
El verano isleño eligió el día en que comenzaba la feria para regalar calor y levante, lo propio. Soplaba con deleite, trayendo los sonidos de los ensayos en La Magdalena, alegrando la tarde en la que se planeaban reuniones o la visita puntual y curiosa a la fiesta de La Isla. Lo ha sido siempre por eso miramos y admiramos  su evolución. La memoria -es inevitable- vuelve al estreno del vestido, el que se confeccionaba expresamente para estrenarse durante el primer paseo por el real. Con los zapatos había que pensárselo, porque las alpargatas no estaban bien vistas, por eso se adornaban para disimularlas. Había que mantener el tipo y el calzado, preferiblemente de tacón, era crucial para realzar el atuendo.

Hoy lo sigue siendo, sin embargo se prefiere la comodidad sin dejar de lado la estética, el total look. Es el origen y la causa de las combinaciones entre la ropa y los complementos, tan originales a veces que resultan espectaculares. Antes era impensable ponerse un vestido de gasa estampada y calzarse unas esparteñas. Hoy las tenemos en varios colores, distintas alturas y diseños atrevidos. Han ido, por tanto, relegando a las sandalias, a los stilettos destalonados y a las míticas bambas, las zapatillas deportivas de mujer.

Las recordamos tan planas que parecían levantarse por las punteras, dando la sensación de ir subiendo por una tapia. Fabricadas en lona delgada y suave, solo las había en dos colores: blancas y azules. Con el tiempo perdieron los cordones y en cuanto aparecieron las cuñas de cáñamo, se extraviaron sus suelas de goma.  Las bambas no vestían, no alcanzaban a dar si quiera ese toque informal que no hacía perder la compostura en el ferial, sin embargo ningún otro calzado la ha igualado en comodidad. Con ellas no se recalentaba la planta del pie, no rozaban los contrafuertes ni presionaban las costuras de la pala. Tampoco había tiempo ni medida a la hora de caminar o estar de pie. Las de la marca La Cadena eran las genuinas, las populares y al consultar la Web podemos ver que se siguen fabricando, incluso lavadas, algo desteñidas y deshilachadas. Van con la moda y en los pies de las señoras mayores y los niños, con los eslabones de la marca en colores. Las modelos de foto no saben lo que se pierden.

Con las tendencias actuales, quizás sea el momento de rescatarlas, pintarles lunares, ponerles una flor pequeña o una borla de flecos de seda que le impriman movimiento. Darles el toque personal de nuestra feria. Por qué no.

 

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