Hoy me ha llamado el director del manicomio y, nada más entrar, me dice con cara muy seria que me siente.
- Buenos días – le digo yo extrañado.
- ¿Buenos días? Serán para ti. Me he enterado de que estás preparando un artículo contra el obispo de Cádiz. Una locura tuya.
- No, ¡qué va!. Es que me han llegado noticias muy raras y las quería publicar.
- ¿Estás loco?
- Eso dicen los que me tienen aquí encerrado.
- ¿Tú no sabes lo que le decía el Quijote a Sancho?
- Le decía tantas cosas, que ahora no caigo.
- Le decía: “Amigo Sancho, con la Iglesia hemos topado”. Eso quiere decir que ni se te ocurra enfrentarte a la Iglesia.
- Pues yo tengo entendido que la frase es “Con la iglesia hemos dado, Sancho” y se refería a la iglesia del Toboso y no a la Iglesia con mayúscula. Hay que ver lo que cambian las cosas por una letra según sea chica o grande.
- ¡Tú eres muy listo! Da igual. Te llamo para que no escribas ese maldito artículo.
- Pero es que dicen que este señor es un caradura, que está despidiendo a un montón de gente, que no tiene piedad con nadie, que es más un empresario sin escrúpulos que un pastor de almas y además que le gusta tela el vino, pero no un vino cualquiera, sino el caro. La verdad es que le alabo el gusto.
- Eso serán habladurías. Es el señor obispo.
- Pero es que un obispo podría ser un vivalavida; aquí nadie es un santo ni por vestir de rojo ni por darse golpes de pecho.
- Por favor, habla con respeto del señor obispo. El Papa le hubiera llamado la atención. Siempre ha dicho que un pastor tiene que oler a oveja.
- Pues parece que este huele a bodega de élite. Al Papa ya se lo han dicho. Y el Papa no pía. Precisamente ahora el obispado quiere poner en la calle a un matrimonio que trabajaba en las Capuchinas de La Isla hace la tira de años y le pretende dar 12000 euros para que se vaya de allí y alquile alguna cosilla. Negocio redondo.
- No me lo puedo creer. Un obispo no puede hacer eso.
- Pues créaselo. Parece que tiene un cura preparado para el trabajo sucio, porque él no se va a manchar sus sagradas manos. Ese es el que va y viene como Atila echando a los unos y a los otros de iglesias, conventos, monasterios y otros rincones de sus inmensas propiedades. Este cura va con la espada en la mano y con el argumento de que se trata de propiedades de la Iglesia. ¿Ve? Ahora Iglesia es con I mayúscula. Parece que le suda el que esa gente que despide tenga que sobrevivir de verdad, no como la Pantoja. Pensará que lo importante es la salvación eterna, pero es que la gente quiere salvarse ahora y no tener que esperar hasta el final de sus vidas. Tengo aquí un listado de injusticias cometidas por este señor, al que todavía le dicen obispo.
- Bueno, ya me enteraré bien. Y ¿quién te ha contado toda esta historia?
- Ah, es vox populi, que decían los romanos.
- ¿Vox? Me extraña. Anda, vete ya y que te den hoy doble ración de pastillas.
