Hoy a las 8.30 se reúne la Comisión del Estatuto del Diputado y a las 9.15 el pleno del Parlamento de Cataluña con el orden del día de “Procedimiento para designar un senador o senadora que ha de representar a la Generalitat en el Senado”. Si todo sigue como parece, y tal como han manifestado los portavoces,la propuesta de los socialistas catalanes de que ocupe la plaza que, por dimisión, ha dejado vacante el ex presidente de la Generalitat, José Montilla, no será ocupada por Miquel Iceta. Los tres partidos nacionalistas han dicho que votarán en contra y Ciudadanos –primer grupo del parlamento catalán- y el Partido Popular se van a abstener, haciendo el típico doble juego de pinza. Si todo sigue así Iceta no logrará ser senador por Cataluña. Les puede a todos la derrota del socialista Iceta antes que cumplir con la norma consuetudinaria – que es la ley de la costumbre - de votar al que propone cada grupo político. Hasta Vox cuenta con un senador por el Parlamento de Andalucía, sin votos en contra, porque –como en todos los parlamentos autonómicos sin excepción alguna- los senadores que les corresponde por los votos y escaños en cada parlamento los designan, sin objeciones, los partidos.
¿Qué lectura se deduce de este incidente? Todas son malas. Un mal comienzo para iniciar una nueva etapa. PP y Ciudadanos no se responsabilizan en apoyar al elegido por los socialistas catalanes para desgastar a Sánchez y al PSOE, que acaba de ganar las elecciones y que ganará las que se aproximan, y los soberanistas envían el mensaje nítido de que prosiguen en sus posiciones maximalistas, sin matizaciones posibles. Una segunda lectura es que el discurso de Rivera y Casado sobre los pactos “ya cerrados” entre PSOE y los independentistas es un excelente cuento chino que ya no se sostiene por mucho que se repita al estilo de Goebbels –la mentira repetida que se convierte en verdad-.
Hasta el presidente del PNV ha echado en cara a los partidos independentistas su obcecación. No es para menos. El diputado José Zaragoza ha resumido muy gráficamente la situación: “Los independentistas no tienen escrúpulos en votar senadores de Ciudadanos que le llaman golpistas. Y los de Rivera no tienen ningún problema en votar a independentistas que les llaman fascistas. Pero votar a un socialista dialogante les incomoda” El legado de Rubalcaba duró un día.
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