Yo estoy loco, pero, como hay quien dice que soy un agente social (por cierto, no sé por qué dicen eso, ya que agente no soy porque no tengo chapa, y social menos porque me tienen aquí encerrado sin relacionarme con la sociedad), pues voy a opinar sobre la Plaza del Rey. Hoy me he levantado a mil revoluciones, aunque tengo claro que la gente ahí fuera tampoco está muy fina. Empecemos por Varela con su caballo incluido. Ahora lo quieren quitar así por la misma cara después de tanto tiempo el hombre ahí arriba sin molestar. ¿Qué les habrá picado? ¿Están tontos? Si lo hacen, es que esto ya no tiene remedio. Los locos nos hacemos preguntas que no tienen una respuesta normal. ¿Dónde iban a dejar su huella las palomas mejor que en la chaqueta del general? Es verdad que el que venga de fuera se preguntará: si este señor tiene tanta pringue y está de exposición en el centro de esta ciudad, ¿qué mierda no habrá en los barrios? ¿Y qué? Total, para cuatro turistas que vienen.
Otra cosa: cuando esté listo el Ayuntamiento, habrá que darle al caballo y al jinete un lavaíto para que destaquen. ¿Un lavaíto? Hasta la lejía iba a correr más que el caballo. Además ninguna lavandería iba a querer lavarle la gabardina a Varela y ningún zapatero se iba a comprometer a sacarle brillo a sus botas. Por eso es mejor dejarlo ahí, aunque pasemos un poquito de vergüenza ajena y propia. Y el monte quieto ahí, que a lo mejor le sirve algún día a los políticos para dar los mítines desde arriba o a nosotros para tirarlos de cabeza al estanque. ¿He dicho estanque? Me voy a callar. Otra cosa: ¿se han dado cuenta de que el caballo completa el cuadro con los demás animales que pululan por la Plaza? Tenemos a los 6 leones de la fachada; tenemos a la salamanquesa durmiendo encima de uno de ellos, tenemos a los gorriones cantando a todas horas; tenemos por supuesto a las palomas; y el cuadro lo completan los que dejan el suelo hecho una porquería a base de cáscaras de pipas. Me estoy poniendo nervioso. Una vez que la Plaza ha quedado despejada por el centro, vamos por los laterales. ¿Por qué dudan en arrancar todos los árboles que hay alrededor de la Plaza? Hay que cortarlos radicalmente. Es verdad que son árboles muy necesarios porque oxigenan el ambiente, pero ¿para qué queremos tanto oxígeno? Dice Maruchi que es una canallada quitarlos y asegura la asociación “Los Jartibles” que son extraordinarias higueras australianas. Los locos decimos que ya está bien de higos, y menos australianos. Nada, nada. Tabla rasa. Hay que arrancarlos y tirarlos por la muralla. Bueno, aquí no hay murallas, pero las habrá al paso que vamos. El que quiera sombra que haga méritos para ir a la cárcel. ¿Y los bares, las mesas y las sillas de alrededor? Ya no harán falta, porque ¿para qué sentarse si no iban a ver más que terreno baldío?
Resumiendo: árboles fuera, palmeras a palmarla, bares fuera, mesas fuera, sillas fuera, bancos fuera, puños fuera…¿En qué estaría yo pensando? Todo despejado y soleado. Los niños fuera, las hormigas fuera. Solo el Ayuntamiento y Varela con el caballo. Lo demás, un manchón soleado para jugar a la pelota y unos cuantos toldos para disimular. Se han vuelto locos. Me voy que ya me están llamando. Hoy no me he tomado las pastillas y estoy como una moto, aunque estoy por decirles a los loqueros que se vayan a la calle a repartir unas cuantas pastillitas de estas.
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