La Taberna de los Sabios

Ardales y la mano neandertal

Los neandertales no eran esas bestias, toscas y rudas, que nos habían pintado, sino seres humanos, inteligentes y sensibles como nosotros

Publicado: 16/05/2018 ·
09:29
· Actualizado: 16/05/2018 · 09:29
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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Si le hablan de pinturas rupestres seguro que le vendrán a la mente las de Altamira – maravillosas – o las de alguna de las grandes cuevas francesas. ¿A que sí? Pues bien, deberíamos saber que, en Andalucía, desde hace al menos 65.000 años, se desarrolló un formidable patrimonio artístico en forma de pinturas y grabados parietales atesoradas en nuestras cuevas y cavernas. Desgraciadamente, ni las conocemos ni las ponderamos en proporción a su calidad, importancia y antigüedad. Las cuevas de la Pileta, de Ardales, de Nerja, o el Tajo de las Figuras, son algunos ejemplos de estos excepcionales yacimientos que nos sobrecogen y emocionan. Sin embargo, parece que, en cuestión de arte prehistórico, el sur no existe, distante en mil kilómetros del núcleo central franco-cantábrico. Pero esa realidad cambia gracias a los continuos estudios y descubrimientos que ponen en valor este desconocido, pero importantísimo, arte paleolítico del sur, que ha sido coprotagonista, además, de un sorprendente descubrimiento.

La ciencia pensaba que las pinturas rupestres más antiguas de Europa rondarían los 40.000 años de antigüedad y que habrían sido realizadas por las primeras poblaciones de Sapiens Sapiens – o sea nosotros – tras colonizar el continente. Sin embargo, hace pocos meses, saltó una gran sorpresa que hizo tambalear a los cimientos de la convención científica. La prestigiosa revista Science publicó en su portada unas dataciones realizadas en las cuevas de la Pasiega, Maltravieso y Ardales que retrotraían la antigüedad de las pinturas de hasta unos increíbles 65.000 años, lo que significaba que los autores no pudimos ser nosotros, en principio, sino que tuvieron que haber sido realizadas por nuestros primos neandertales. Aunque algunos arqueólogos ya lo sospechaban, nadie hasta ahora se atrevió a afirmarlo. Pero el estudio científico es muy riguroso y avala con creces esta revolucionaria tesis. Los neandertales no eran esas bestias, toscas y rudas, que nos habían pintado, sino seres humanos, inteligentes y sensibles como nosotros. O quizás fuésemos nosotros mismos, quien sabe. El caso es, al menos 65.000 años atrás, los neandertales se aventuraron en las peligrosas profundidades de la cueva de Ardales para marcarla con sus dibujos. Y, nosotros, sin saberlo hasta ahora.

Hace unos cien años, un personaje excepcional, el abate Breuil – cuya vida daría para una película -, recorrió las cuevas andaluzas inventariando las pinturas rupestres que se comenzaban a descubrir. Una de estas cuevas fue la de Doña Trinidad, en la localidad malagueña de Ardales, de la que hizo algunos dibujos y descripciones que han llegado hasta nuestros días. Para celebrar el centenario de esos trabajos, el pasado fin de semana se celebraron unas interesantes jornadas organizadas por Pedro Cantalejo y José Ramos, arqueólogos andaluces que llevan años investigando la importantísima cueva de la localidad. Marcos García, responsable las nuevas dataciones, las explicó en profundidad, mientras que Hipólito Collado presentó un apasionante trabajo sobre las manos prehistóricas dibujadas en las cuevas y que, a tenor de las nuevas dataciones, bien pudieran corresponder a neandertales.

Si en las cuevas españolas y francesas, de manera más o menos simultánea, los neandertales dibujaron sus manos y unos signos similares, en lugares más o menos equiparables, ¿significa que ya disponían de un lenguaje de signos y dibujos ancestral para comunicarse entre ellos? Cuando entramos en cualquier iglesia nos encontramos con todo un discurso iconográfico con un fuerte valor simbólico que sabemos entender e interpretar. ¿Realizarían los antiquísimos neandertales con sus puntos, signos y manos distribuidos a lo largo de las cuevas un programa similar destinado a ser reconocido e interpretado por otros visitantes?

Las dos manos pintadas en la cueva de Ardales suponen un grito a la eternidad, un recuerdo intenso de aquella humanidad arcana. ¿Qué significan? A Pedro Cantalejo le preguntan con mucha frecuencia el porqué de esas pinturas rupestres. ¿Para qué se dibujaron?, le insisten. El sabio arqueólogo les responde, con enigmática seguridad, con una frase rotunda: esas pinturas fueron pintaron para que nosotros, hoy, pudiéramos contemplarlas.

Pues eso, 65.000 años después seguimos admirándolas con emoción y respeto. Gracias al formidable trabajo de los investigadores estamos hoy más cerca de conocer el ancestral mensaje que nos aguarda, oculto desde hace mucho, mucho tiempo, tras las manos neandertal de la cueva de Ardales.

 

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