San Fernando

El Teatro, una obra arquitectónica única que usamos hasta como bingo

Ni barco al revés ni carpinteros de ribera ni casa de comedias. El Real Teatro de las Cortes tiene notable valor arquitectónico sin parangón en España.

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Ni casa de comedias; ni casco de un barco al revés; ni siquiera una obra de carpinteros de ribera, aunque algunos habría. El Teatro de las Cortes, luego Real Teatro de las Cortes, es un teatro con todas las de la ley siguiendo estrictos cánones del arquitecto Pierre Patte que en 1782 puso sobre la mesa las claves de lo que sería un teatro moderno diseñado al milímetro para que sirviera para dar espectáculos, para que todo el mundo escuchara bien y todos los espectadores vieran la escena. Al milímetro. O la vara, que eran otros tiempos.

Quienes lo construyeron eran carpinteros de lo blanco, que eran aquellos que trabajaban en las cosas y que tenian la consideración de artistas, además de trabajar con otros tipos de madera que los de ribera, lo que no quita que unos y otros trabajaran junto en algún proyecto. Y en La Isla había una docena de ellos, de carpinteros de lo blanco.

Quien lo ha dicho no es un peón de albañil de los que se fueron a Alicante en tiempos de la bonanza del ladrillo y llegó convertido en arquitecto de obra menor. Quien lo ha dicho fue una de las personas que mejor conoce el Real Teatro de las Cortes, que lo desmenuzó, escarbó y definió e incluso ha hecho su tesis doctoral con ese trabajo.

María Jesús Albarreal Núñez, arquitecta y profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, formó parte del equipo de arquitectos que restauró el Teatro reinaugurado en 1999 por los Reyes de España.

Es más, después de conocerlo al milímetro y buscar por medio mundo ejemplos de construcción tan singular como la que sirvió para reunir a las Cortes Españolas, para ver revistas picantes, obras de teatro serias o probar suerte con el bingo -¿se puede pedir más al que supo pasar de la sima a la cima y de la cima a la sima?-, sólo ha encontrado ejemplos parecidos a esa construcción de un enorme valor arquitectónico en algunas iglesias de Panamá y Costa Rica. Pero en ningún otro teatro. En España es un edificio único. Sin precedentes.

Por eso y ante la situación que vive el Teatro –que dicho sea de paso, lo mejor que ha tenido es que no ha perdido su verdadera función- es por lo que Albarreal Núñez hizo un llamamiento a los responsables municipales para que reivindiquen su valor arquitectónico y que ese valor se añada a su catalogación.

Porque el Real Teatro de las Cortes es un Monumento Histórico Artístico tras pedirlo su propietario en 1933, pero lo es por su valor histórico sin que –dijeron en Madrid- se pueda presumir de valor arquitectónico alguno.

La tesis doctoral de una de las personas que lo reconstruyó prácticamente pieza a pieza certifica que no estaría de más solicitar a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando una reconsideración de su valor no sea que ocurra lo que ocurrió y sigue ocurriendo con la Historia de La Isla más allá del Puente Zuazo.

En el Congreso de los Diputados hay mucha documentación sobre San Felipe Neri, sobre las Cortes de Cádiz… pero poca sobre las Cortes de la Real Isla de León y sobre el Teatro que las albergó. Hasta el cuadro de Casado del Alisal con el Juramento a las Cortes se decía que estaba localizado en Cádiz.

Esa vez fue un diputado andalucista y alcalde de San Fernando, Antonio Moreno Olmedo, quien comenzó a obligar a reescribir parte de la Historia. Ahora les toca a los que están. Si es que están.

(La conferencia completa podrán verla y escucharla este domingo en este mismo digital o el sábado 19 de mayo -todo el acto completo de la Real Academia de San Romualdo- a las 18.30 horas en Ondaluz, con redifusión a las 12.30 horas del domingo).

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