Hay vida al margen de Cataluña, pese a que estos días no lo parezca. Aunque medio país esté parado en eso, otro medio avanza lento cumpliendo etapas en su calendario anual y en una de esas llega el 13 Congreso de los socialistas gaditanos este sábado en el palacio provincial de Cádiz para designar por otros cuatro años a Irene García como secretaria general de Cádiz. La presidente de Diputación, que accediera al cargo en 2012 tras un congreso en Chiclana donde se impuso por 46 votos al ex alcalde de Barbate Rafael Quirós y que representaba a la corriente
pizarrista, hoy integrada pese a intentos para lo contrario desde Chiclana, lucirá su mejor sonrisa desde el primer atril del socialismo gaditano gracias a haber alcanzado consenso para una única candidatura, haber minimizado el efecto del
sanchismo a unos niveles por debajo del veinte por ciento, haber logrado tantos o más avales que nadie y, en los últimos meses, haber limpiado de su entorno situaciones que la incomodaban en el plano orgánico... En su discurso hablará de integración, tan cierto como que no integrará a casi nadie al menos en puestos de relevancia salvo, quizás, a Javier Pizarro, que estos días circula bajo la sombra alargada de Ruiz Boix; una ejecutiva que García quiere más corta que la anterior, más de su sanluqueña confianza para afrontar el reto que representa mantener el poder en Diputación y para ello este próximo año previo a las municipales de 2019 será crucial. Y no descarta, tal vez, una remodelación de su gobierno en la casa rosa y, de ser así, algún que otro diputado afincado por la capital podría verse seriamente afectado. En la vida casi todo tiene un precio, a veces se cobra, otras se paga.
En todo caso, el congreso provincial no será como el de anteriores cuando
pizarristas y
griñanistas -qué tiempos- pugnaban por el poder orgánico gaditano. Hoy, con Cabaña en retiro espiritual consigo mismo, Rafael España coleteando por donde le dejan y Pizarro deshojando una bella margarita que brota en los campos de Alcalá, el PSOE de Cádiz transita menos convulso porque el tiempo es otro pero con idénticas canas. La referencia es Susana, a quien se le presta tanta fidelidad como ella antes a Griñán, la misma que Griñán antes a Chaves, parecida a la de tantos otros ahora a Pedro Sánchez. Es lo bonito de la fidelidad, cambia como el viento en el Estrecho. El caso es que tras este congreso saldrá una ejecutiva que debe afrontar los locales, que determinarán candidaturas y listas a municipales y de ellos, salvo escaramuzas en La Línea, donde el PSOE se juega un diputado, Chiclana, donde a más de uno gustaría ver a Belizón disputar con
Chefy la candidatura, o El Puerto, donde está en juego otro diputado, el planto fuerte, sin duda, se concentrará en la ciudad del vino.
Jerez. Llama la atención que la agrupación del PSOE de Jerez nunca haya tenido peso en la provincia, de hecho no ocupa puesto en cargo importante desde que Antonio Fernández fuera consejero de Empleo -con triste final-. Con apenas peso en Diputación, perdió hasta la presidencia del Consorcio de Aguas en manos de Sanlúcar cuando en la anterior etapa la tenía el PP de Jerez y no contó ni para el relevo de López Gil en la Delegación del Gobierno, cedida a Belizón por el poder orgánico que emana desde Chiclana y representa un Jiménez Barrios cuya afición al coleccionismo de búhos debe tener un significado en sicología -el búho, de hecho, es un ave rapaz de grandes ojos y dulce apariencia que distingue, incluso en la oscuridad, el movimiento de todo tipo de roedores-. Desde las guerras de Cabaña con Pilar Sánchez, quizás debido a liderazgos débiles, la agrupación del PSOE de Jerez ha estado dividida en grupos controlados desde San Fernando, Chiclana, Medina o Olvera... Sanlúcar no ha terminado de controlar por estos viñedos, debe ser que la competencia entre sus vinos hace la mezcla difícil.
Hoy en Jerez son cuatro grupos, como los palos de una baraja y, como en Juego de Tronos por el trono de hierro para dominar los reinos, se agrupan en dos ante la batalla final -a descubrir aún quiénes los vivos, quiénes los muertos...-. Lo que sí parece cada día más evidente, pese a que estos días anden sentándose a negociar a petición de Irene García para intentar llegar a un acuerdo imposible y que todos saben imposible y con el que al menos la presidente de Diputación podrá quedarse con la tranquilidad de haberlo intentado, es que habrá dos candidaturas: Isabel Armario por parte del llamado grupo "de las niñas", donde están la familia Gil, Camas, Alconchel y los delegados Santiago Galván y José Antonio Díaz y que suman entre 130 y 140 militantes, y Mamen Sánchez, que aporta su grupo, de unos 85 miembros y compuesto por otros sub-grupos, más los de Dorante y Becerra, cercanos a Pedro Sánchez y Luis Pizarro y que entre ambos podrían sumar otras 70 u 80 personas. Depende de a quién se consulte, las cifras varían, pero no demasiado. Esas son las cuentas.
Es por esto que Mamen y su entorno anda animada estos días porque suma y suma y, mirada brillosa, siente que llega. Con perspectiva de revalidar la alcaldía en 2019, el escenario actual es muy distinto al de 2014 cuando la mejor opción de tocar poder dentro del partido era hacerse con la secretaría general y una vez lograda a Alconchel no le importó ceder la candidatura a la alcaldía a Sánchez -bien es cierto que por orden de una Susana Díaz que por entonces necesitaba huecos en el Congreso- sabiendo la dificultad de gobernar ante un PP que con Pelayo en la alcaldía parecía inquebrantable. Pero el pacto de gobierno para la investidura, que parte del PSOE jerezano intentó abortar con más o menos razones, produjo una bicefalia entre lo orgánico e institucional con un enfrentamiento que a diario se visualiza en el escaso apoyo del partido a la gestión del gobierno municipal y, en especial, a la de su alcaldesa. Con más o menos razones.
Con este panorama afronta el PSOE jerezano su congreso cara a intentar gobernar otra legislatura; una bicefalia funciona si existe sintonía y si ambas partes trabajan en común. Pero cuando los fines son distintos, el proyecto está abocado al fracaso y esto lo saben bien los socialistas jerezanos más experimentados en estas lides, que atónitos observan el desarraigo en el que ha entrado su partido y que saben que el PSOE no quita alcaldes y menos cuando las perspectivas de mantener el gobierno a través de pactos son hoy tan o más factibles que en 2014. También lo sabe la presidente Díaz, que a través de
washapp gusta mantener línea directa y sin intermediarios bajo su conocido y trianero
"canija...".
En Cádiz prefieren que las dos corrientes de Jerez lleguen a un acuerdo: repartir la secretaría general para una y la candidatura para otra y, así, todos contentos. ¿Todos o ninguno? ¿Qué alcalde aceptaría de buen grado como secretario general en su agrupación a su más íntimo enemigo? ¿Y hasta cuándo éste le aceptaría como alcalde? Las bicefalias en política suelen no funcionar ni cuando hay buena relación entre las dos personas que ocupan los cargos, pero resultan imposibles cuando además existe una guerra abierta entre ambas como es el caso. Los dos grupos cohabitan en una tensa calma, es como si todos durmieran con los ojos abiertos y un puñal entre los dientes a la espera de que alguien haga sonar un clarinete que les llame a contienda.
Existe el compromiso por parte de Irene García de cambiar la condición de Jerez de agrupación local a municipal y restablecer de este modo algo que resulta incongruente orgánicamente para la que es la quinta ciudad de Andalucía y con lo que, una vez más, se demuestra su escaso peso. Al ser agrupación local sus listas a municipales las ha de aprobar la ejecutiva provincial, mientras que siendo agrupación municipal decidiría por sí misma y eso es un cambio importante porque el secretario general saliente del congreso local podría tener vía libre para confeccionar la próxima lista entera y ante eso el brillo en la mirada a más de uno y/o una le rompe en emoción. La emoción es un estado muy humano que tiene su reflejo más intenso en la mirada, tanto si la provoca la inmensa alegría de haber alcanzado una meta soñada como si, por contra, la produce la pena de verse morir en el intento.
Bomarzo
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