El tranvía uniría Chiclana con Cádiz pasando por la calle Real de San Fernando y gracias al cambio de trazado -el Plan Intermodal de Transportes de la Bahía de Cádiz lo contemplaba por la Ronda del Estero- se solucionarían los problemas de un alcantarillado de antigua N-IV que tenía más de medio siglo y en algunas ocasiones, prácticamente desde que la ciudad comenzó a ser villa.
La peatonalización o semipeatonalización de la calle Real -un aspecto que nunca estuvo claro porque si pasa un tranvía y los coches de los residentes, ya no es posible la primera opción- supondría un triunfo para la ciudadanía que ganaría un espacio al automóvil y la calle se convertiría en un foco de riqueza para el comercio y la hostelería.
El cableado aéreo de la calle se soterraría, para satisfacción de los fotógrafos cofrades que no hay forma de hacer una foto sin cables en una Semana Santa y las calles perpendiculares, hasta la primera calle paralela, se arreglarían como la calle Real, dándole empaque al centro de la ciudad.
Habría aparcamientos disuasorios en la Magdalena o en la plazoleta de las Vacas, con estación de autobuses incluida en la Ardila, donde también habría un aparcamiento disuasorio, además de los que se construirían en la Alameda Moreno de Guerra y en la plaza del Rey.
El tráfico de la calle Real lo absorbería la Ronda del Estero por el sureste y la Variante por el noroeste, además del eje desde la calle Real hasta la antigua estación de trenes, ahora estación Centro, aunque no se sabe centro de qué.
La plataforma tranviaria estaría terminada en 2010, año del Bicentenario de las Cortes y el tranvía funcionando, previsiblemente y al menos por La Isla, en ese mismo año. O entre 2010 y 2012.
Se expropiaron viviendas en Montañeses de La Isla, que al final tuvieron una importancia capital en la historia de este proyecto y mientras tanto en Chiclana, que era otra de las ciudades clave, el cambio de Gobierno de un PSOE en un cuatripartito a un PP en un bipartito rompió la baraja y dijo que el proyecto no se hacía por donde se ha hecho al final, sino por el polígono Urbisur. Pero eso era lo de menos.
Los tramos de obra serían de 150 metros y no comenzaría uno sin terminar el otro para no hacer sufrir al comercio ni a la ciudadanía de a pie y el nuevo transporte iba a funcionar “porque si funciona en otras ciudades, por qué no iba a funcionar en La Isla”. Esa era la respuesta porque reconocieron que no tenían estudios de viabilidad.
Pueden ponerle al proyecto todas las ventajas y parabienes que estimen convenientes que seguro que en algún momento se prometieron porque iba a ser la panacea. Pero nueve años después, en estos primeros días de septiembre de 2017, las obras que comenzaron en el mismo mes de mes de 2008 han concluido, pero el tranvía no pasa.
Un paripé y más obras
El balance que se hace sobre los apuntes de este artículo -eran muchas más promesas- es que la plataforma tranviaria se terminó en 2010 lo justo para que el Rey Juan Carlos pudiera pasar revista a las tropas en la visita institucional del 2010 y el resto quedó para la conmemoración del Bicentenario de la Constitución en Cádiz.
El cableado eléctrico aéreo sigue estropeando fotos en la carrera oficial de la Semana Santa y el delegado andalucista del ramo aseguró que se haría conforme las viviendas hicieran reformas. O sea, ya saben.
Las calles perpendiculares que se iba a arreglar hasta la primera paralela no se arreglaron, salvo las que ha arreglado el Ayuntamiento con sus propios medios y no hay aparcamientos disuasorios en ningún lugar. Ni los que iba a construir la Junta de Andalucía ni los que iba a construir el Ayuntamiento a través de Esisa.
Nueve años después
Nueve años después desde que comenzaron las obras y cinco desde que se terminó la obra civil -terminar es un decir, porque las losas se estuvieron levantando durante años- la ciudad que se dividió sobre si había que hacer una consulta popular o no ya está completamente unida.
Todos los ciudadanos con dos dedos de frente están convencidos y razones no les faltan para decir que el proyecto del Tranvía Metropolitano de la Bahía de Cádiz es el referente mundial del despropósito y el ejemplo de esperpento perpetrado por una Administración pública que todavía no ha terminado de hacer el más espantoso de los ridículos.
Por si le faltaba algo a esta larga lista de despropósito, se produjo incluso un caso épico, bíblico, cuando un ciudadano de a pie expropiado por la Junta, denunció y ganó a toda una Administración andaluza con su pléyade de grandes y bien pagados cerebros.
El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) considera nulo en 2010 el proyecto del tranvía al considerar que existían “irregularidades en la tramitación administrativa de la obra”. Eso sí, a esas alturas no se podía devolver todo a como estaba antes, así que la Junta tuvo que empezar el trámite de nuevo hasta ponerse administrativamente al día. La Junta ni recurrió.
Pero lo peor es que después de nueve años, de pasar un par de veces los coches del tranvía en pruebas -que ya era un tren de cercanías para adaptarlo a las vías de ADIF por donde circulan los trenes de Renfe- aún no se sabe si llegará a Cádiz o se quedará en un triste apeadero de Río Arillo.
La Junta dice que sí, que habrá acuerdo. Pero el acuerdo aún no ha llegado y la Junta ha apurado con creces su credibilidad en este tema.
Hay quien se atreve a decir que los recortes en los proyectos que iban a redundar en beneficio de la ciudad tuvieron sus causas en la crisis económica. Posiblemente algo habría, pero a la larga se ha constatado de forma fehaciente que hubieran costado menos que el sobrecoste del proyecto.
A estas alturas la Junta ha sobrepasado todos los presupuestos y se está gastando dinero de los andaluces en terminar el tranvía.
Entre otras cosas porque tiene que terminarlo. Lo que está costando de más siempre será menos que lo que costaría devolver el dinero de Europa a Europa. Así que sólo toca ponerlo a andar. Y si luego hay que pararlo...
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