Los tiempos cambian, pero la esencia permanece. Cambia el decorado, pero no el fondo. Las peñas flamencas nacieron para ser las garantes del buen flamenco, el de los cabales y a la vez, en aquellos años de bonanza, para permitir la supervivencia de los cantaores que tras la maratón anual de los festivales, encontraban entre los aficionados la actividad necesaria para vivir y hacer vivir la esencia de lo jondo a los aficionados.
Ahora, en un escenario distinto para el flamenco en el que las esencias se diluyen en otras corrientes musicsles, las peñas han vuelto a convertirse en la tabla de salvación de la ortodoxia del cante gracias a iniciativas de cantaores profesionales y aficionados que han puesto en marcha escuelas de flamenco y que están obtiendo resultados desde el mismo momento en que se concibieron.
Por una parte, están sacando a la luz a jóvenes talentos que son guiados por grandísimos conocedores de los cantes y con la capacidad suficiente para sacar lo máximo de los alumnos. Por otra, está potenciado la afición a lo jondo, el conocimiento que al fin y a la postre, si no llegara a crear una figura del cante, creará a un aficionado cabal, lo que no es poco. La semilla que hará su superviva lo principal.
La Peña Flamenca Camarón de la Isla puso sobre el escenario a sus alumnos y allí estaban también dos maestros del cante, uno de ellos promotor de esas escuelas de flamenco que están sacando lo mejor de esa Isla Flamenca. Pedrín García, junto a Aguilar de Vejer, fueron los impulsores de la iniciativa, ya imparable, que demuestra que sólo hay que escarbar un poco para que fluya el arte. Como escarbar en Cádiz y que aparezca un 'finicio', que decía Chano Lobato.
Y este miércoles a las 22.00 horas, más. En el video cantan Pedrín García y Manuel Lucas. este periódico llegó tarde. Dicho sea por pura honestidad.
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