Suena a música sudamericana de toda la vida, a cantores, a cadencias de terciopelo y a guitarra poderosa. Y suena a flamenco, a voz flamenca, a lo que no se puede evitar. Pero no se confunden. No son canciones de Sudamérica cantadas al compás del flamenco, cuplés por bulerías en el argot. No son cantores que se atrevan a llevar al flamenco a un terreno que no le pertenece.
El secreto es que cada uno aporta lo mejor que tiene, sin mezclarse, pero unidos. Así lo definía la leyenda de la guitarra, el que vivió la gloria de acompañar nada más y nada menos que a La Voz de América, Mercedes Sosa.
Guitarrista y compositor, Jorge Giuliano es argentino y está en España porque alguien lo puso en el camino de un nuevo proyecto musical que se fraguó en... Skipe. ¡Milagro de las nuevas tecnologías que no saben de distancias!
Cuatro de las canciones, la mitad de todas, que contiene el CD De Buenos Aires a Cádiz llevan músicas suyas y con ello todavía suena más propio un trabajo que se grabó en directo, en la actuación en el Castillo de San Romualdo en el mes de marzo del año pasado, cuando aquello se abrió para que lo viera la gente. O eso dijeron.
Joaquín de Sola no pensaba ni en ser cantaor y mucho menos en grabar un disco. Si además le hubieran dicho que uno de sus trabajos lo haría con una leyenda, hubiera salido corriendo.
Tenía voz “pero no tenía ni idea de flamenco”. Fue a la escuela de Pedrín García y de Aguilar de Vejer -benditos cantaores que esparcen la semilla del cante grande y por derecho- y allí comenzó una andadura que vieron los chavales de Flamenco de La Isla.
El programa de Radio La Isla de Lolo Picardo y Carlos Rey fue el principio. Luego tuvieron que convencerlo para que diera el paso. Y desde su humildad, que deja entrever en la mirada, en los gestos, en las palabras, va escalando ahora peldaños en ese difícil mundo al que es fácil llegar, incluso llegar arriba, y una odisea mantenerse.
Los dos se dejaron entrevistar a casi dos semanas para que presenten el disco en el Real Teatro de las Cortes, el sábado 23, cuando contarán con el apoyo de otros músicos y cantarán -otra vez en directo- lo que grabaron en directo.
Aquel americano ingeniero de sonido de Nueva York que pasó por aquí el verano pasado, Collin Preston, o lo que es lo mismo una vez llegado a La Isla, “el Collin”, estaba en cualquier lugar en el que sonara flamenco con su cámara de gama alta -altísima- grabando imágenes de todo. Pero también llevaba una multipista que a la larga sirvió para grabar este disco, luego masterizado por Javier Roldán. Y de ahí salió lo que ahora suena.
Es una perogrullada pero es justo decirlo. Jorge Giuliano, un argentino que habla muy poco, lleva un plus de paternidad, la que otorga la sabiduría de tantos años de profesión con los más grandes sobre un chaval que además de tener condiciones, tiene algo tan importante como querer aprender.
Posiblemente Joaquín de Sola, con el tiempo y la experiencia, aproveche más el potencial del flamenco y haga dar a este concepto un salto de calidad, mucha más. Sólo se necesita tiempo, actuaciones, confianza y -por qué no decirlo- que el chaval se desmelene y trate de tú a tú al maestro.
Todavía hay localidades en el Real Teatro de las Cortes para el día 23. Al fin y al cabo faltan casi dos semanas desde hoy. Pero ya pueden hacerse con el disco que ha sido calificado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y de Culto como de “alto interés cultural y artístico”, según la información que facilita la productora Flamenco de la Isla.
Vidala del sol y Sueño con vos, con letra de Alicia Crest;
Ruiseñor de anís, con letra de Juan Vattuone y
Por la herida, con letra de Nacho Wisky, con las cuatro canciones que llevan música de Jorge Giuliano. Pero luego están la
Canción de las simples cosas, Zamba de mi esperanza, La casa de al lado y
Oración del remanso, que completan un trabajo que suena a directo. Y los discos que se graban en directo suenan de otra forma.
Si a eso se le suma que la música sudamericana, o latinoamericana, al gusto de unos y otros, es una de las más ricas del mundo, más de uno se sentirá trasladado a aquellos tiempos previos a la democracia cuando además de los ´cantores`españoles que se la jugaban en España, el grueso de la canción protesta llegaba de la otra parte del charco. Ahora, miren por dónde, no se sabe si está aquí... o allí.
"Si se calla el cantor, calla la vida, porque la vida misma es como un canto..." Todavía suenan.