Lo primero que se piensa después de leer lo ocurrido durante esta semana política es que ha comenzado la cuenta atrás para las elecciones de todo tipo y los partidos comienzan a desplegar sus artes amatorias para convencer a los votantes de algo que no se sabe muy bien, visto el desapego de la sociedad con todo lo que sea política y sobre todo, políticos.
Lo segundo que se piensa es que están tan falto de imaginación -hay que recordar que el arte de la política es hacer posible lo imposible- que se tienen que agarrar a las viejas reivindicaciones que han cumplido ya un cuarto de siglo. O centrando más el tema, en la playa de Camposoto, en los terrenos militares y en lo que se puede hacer en los descampados que se han quedado sin usar por una mal llamada defensa nacional.
Lo tercero es más grave. Lo tercero que se piensa es cómo han podido tardar tanto tiempo en pedir la liberación total de la playa, de las pocas en España que alterna los marchamos de playa virgen y playa con alambres, cuando de todos es sabido que ya no hay quien pegue un tiro porque no hay dinero para munición.
Con esas tres preguntas se retrata a la toda la clase política en general y si además se profundiza en cada una de las tres declaraciones de esta misma semana -la última de Izquierda Unida en la tarde de este sábado- se ven claras las intenciones de unos y de otros y sobre todo la imposibilidad de llegar a un acuerdo para que todos los grupos municipales no sólo pidan lo mismo, que eso sería un gesto de cara a la galería, sino que lucharan por lo mismo desde cada una de las administraciones en las que están.
Es significativo que uno aluda sólo a la Junta para poner en marcha un proyecto; es significativo que otro sólo aluda al Gobierno central para vengarse del primero; es significativo que un tercero aluda a que nada de asfalto. ¿Hay alguien que todavía no lo vea claro?
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