Puede parecer una arenga política más del alcalde, que además se presta a la polémica porque no en vano viene de un cargo orgánico en el que se ha formado en el cuerpo a cuerpo. Pero más valdría tener en cuenta lo que José Loaiza ha dicho este fin de semana sobre el proyecto del Janer, o mejor dicho, sobre lo que se entresaca de sus palabras que posiblemente dijera sin relacionar causas y efectos.
No sería ni va a ser la primera vez que se le va a negar el pan y la sal, o al menos se va a posponer, a un político. No a una ciudad, que son términos que los políticos usan buscando el efectismo pero que están muy lejos de la realidad, aunque otra cosa es que los efectos colaterales tengan los mismos resultados que la acción directa.
Es incluso hasta lógico -y por tanto temible- que cualquier proyecto que se ponga sobre y que sea susceptible de obtener un rédito electoral grande se vea frenado, zancadilleado o agarrado por el enemigo político, sea cual sea el enemigo porque en estos casos todos los partidos actúan de igual forma, sobre todo si se trata del Partido Popular y del Partido Socialista.
En este caso las cosas están como están. El proyecto del Janer, si está mediadamente visible para la primavera de 2015, fecha de las elecciones municipales, le puede dar la mayoría absoluta al actual alcalde, sobre todo si su máximo rival conocido hasta ahora, Fernando López Gil, está haciendo méritos más que suficientes para estrellarse en un hipotético tercer intento de acceder a la Alcaldía.
Lo normal es que desdeel PSOE se pare, se ralentice, se conjuren las probabilidades de Loaiza y por ello no hay que llevarse lasmanos a la cabeza. Si fuera al revés ocurriría lo mismo, lo cual no es un consuelo, pero es lo que hay. Y casos como el que ahora sale a la palestra se conocen bien en La Isla.
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