El presidente de la Diputación simplemente está obligado a la firma de un convenio en La Isla similar al firmado con el Ayuntamiento de Algeciras, puesto que se dan las mismas condiciones o peores en la propia ciudad de la que es alcalde José Loaiza, sin un polo industrial como la ciudad del Campo de Gibraltar.
Está obligado porque una vez que el dinero de la Unión Europea –que no del Gobierno central- no se destina a lo que debe estar destinado por las diputaciones, a los municipios de menos de 20.000 habitantes, el caso de Algeciras abre el café para todos y todos están en circunstancias parecidas.
No vale venir ahora diciendo que “ya estamos trabajando en ello” como suele hacer el Gobierno local cuando lo increpa la oposición y responde que están pendientes de “algunos flecos” que luego se vuelven flecos larguísimos, o que ya estaba programado un plan de empleo para La Isla.
De todos es sabido que el Gobierno local del PP ha estado en contra, con todos los argumentos peregrinos que ha podido esgrimir, de poner en marcha medidas para favorecer directamente a los parados y se ha escudado en que su obligación es poner las bases para crear empleo, algo que tampoco está haciendo.
Y es más, al final se demuestra que ni siquiera se entera de lo que aprueba, por cuanto rechaza una moción del PSOE –que tampoco se entera de lo que se aprueba en Pleno- que es un calco de la aprobada por la Corporación al ser presentada por el Partido Andalucista y que se está aplicando en las pocas obras que hace Esisa. Y que por cierto, el PSOE votó en contra. A cual más loco.
Con este desbarajuste de partidos políticos, con tantas incongruencias, con tanto sectarismo de unos y otros no es de extrañar que el desapego de la sociedad con una clase política que no da una a derechas sea cada vez más patente.
Tarda Loaiza en anunciar que le da a La Isla lo que no le niega a otros… de su mismo partido.
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