'El niño y el gato': la historia del cierro más icónico y popular de San Fernando

Publicado: 10/08/2024
En este 'Conociendo La Isla', explicamos la obra del escultor isleño Antonio Mota
'El niño del cierro' es uno de esos elementos de San Fernando cuya historia sigue siendo un misterio para muchos isleños. ¿Quién será ese niño? ¿Existirá realmente? ¿Quién creó la escultura? ¿Por qué le tendrá tanto miedo a los gatos? Estas son algunas de las preguntas que esta figura, si pudiera hablar, confesaría haber escuchado con mayor frecuencia.

 

También conocida como 'El niño y el gato', la escultura es obra del escultor cañaílla Antonio Aparicio Mota, popularmente conocido como Antonio Mota. La figura está situada en el cierro de su estudio, ubicado en la céntrica y señera calle Murillo. De este taller han salido obras como la estatua de Camarón junto a la Venta de Vargas, el marisquero de la Plaza del Rey y las famosas musas del Bosque de Musas.

El chico que inspira la escultura no es fruto de la imaginación del artista. Aunque hoy ya sea un joven de 25 años, fue un niño en su día y la musa de Mota, quien guarda una estrecha relación familiar con él, lo que hace que la obra sea aún más especial. El niño tiene nombre y apellidos: Antonio Aparicio Llano, hijo del escultor. "Poca gente sabe que soy yo, solo mi círculo más cercano. No son pocas las veces que, desde dentro del estudio, he escuchado a la gente preguntarse quién será", confiesa Antonio, a quien no le molesta en absoluto que se le relacione con la escultura.

De casta le viene al galgo: Antonio Aparicio Llano también está vinculado al arte, aunque en su caso, a la música. A finales de 2023, el joven cantautor isleño lanzó su primer trabajo discográfico, titulado Reloj de Vida, y ha comenzado a abrirse camino en este complicado mundillo.

La inspiración para Mota surgió de manera inesperada, en la cotidianidad de un día cualquiera de 2005. Antonio salió a la calle a hacer sus quehaceres y, al regresar, se encontró a su hijo Antonio colgado del cierro, jugando con el gato blanco de la vecina. "Le regañé y le dije que se bajara de ahí, que podía lastimarse. No obstante, me pasé toda la tarde y la noche recordando la escena, porque me había parecido fantástica. Al día siguiente, le pedí que subiera de nuevo al cierro, lo fotografié y comencé a trabajar en el proyecto", explica Mota sobre la intrahistoria de uno de los cierros más fotografiados e icónicos de La Isla.

El proceso de creación

La escultura fue creada a través de un proceso artístico tradicional que involucró varias etapas. Todo comenzó con la modelación en barro. Mota, con sus manos y herramientas, dio forma a su visión inicial. Una vez que la escultura en barro estuvo completa, el siguiente paso fue crear un molde. De este molde se obtuvo una réplica en cera roja, conocida como cera de fundición.

La cera, una vez trabajada y afinada, se cubrió con un material especial llamado barro refractario, resistente al calor extremo. Este paso fue necesario porque, en la siguiente fase, se vertió bronce líquido sobre la cera, a una temperatura tan alta que la cera se derritió y se "perdió", quedando solo el bronce en su lugar. Tras la fundición, el bronce se enfrió y se retiró del molde, revelando la escultura en su forma final. En ese momento, se procedió al cincelado, donde se retocaron los detalles.

El último paso fue aplicar una pátina, una capa protectora que también da color a la escultura. Sin embargo, en lugares como San Fernando, el tiempo y el clima juegan su papel, alterando la pátina con los años. El bronce, expuesto a la brisa marina, adquiere un tono verdoso oscuro que le da ese aspecto antiguo, como si la escultura llevara consigo la historia y el carácter del lugar donde reside.

 

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