El 31 de julio de 2023 es una fecha que quedará grabada para siempre en la memoria de una familia isleña. Como podría haberle sucedido a cualquier vecino, amigo o ser querido, Juan Antonio, de 47 años, se encaminó hacia su puesto de trabajo, sin saber que su vida y la de su familia cambiarían drásticamente.
Juan Antonio sufrió un accidente laboral al caer desde un andamio, con la desafortunada consecuencia de que el impacto fue en la cabeza.
Juan Antonio fue trasladado rápidamente al Hospital Universitario Puerta del Mar, donde se sometió a una intervención de urgencia. Después de 18 días, la familia recibió la desalentadora noticia de que había experimentado varios infartos cerebrales como consecuencia de la caída. El trabajador permaneció varios meses en el Puerta del Mar -al que la familia agradece el excelente trato recibido-, antes de ser trasladado al hospital designado por Asepeyo, la aseguradora de la empresa para la que trabajaba.
Una clínica en Sevilla -donde se encuentra hospitalizado a día de hoy- fue seleccionada como el lugar para que Juan Antonio recibiera la rehabilitación neurológica requerida. Asepeyo aseguró a la familia que allí se le proporcionaría el tratamiento necesario, pero finalmente no prestaba las atenciones que precisaba su lesión
Aquellas personas que enfrentan este tipo de lesiones tienen un período de un año para mejorar su situación; ayer se cumplieron seis meses desde el incidente
El quid de la cuestión radica en el plazo establecido por los médicos para la recuperación y mejora del curso que le aguarda al paciente si no se trata a tiempo la lesión cerebral. Aquellos que enfrentan este tipo de accidentes
cuentan con un año para avanzar en su recuperación y mejorar su condición; cada día adicional en el que Juan Antonio no reciba el tratamiento oportuno representa una oportunidad menos de un futuro funcional. Ayer se cumplieron seis meses desde el fatídico incidente.
El trabajador no es el único que está sufriendo a causa de la situación.
Sus padres, personas mayores de 74 y 68 años, enfrentan sus propios desafíos de salud: su padre padece disfagia y su madre, diabetes. Ambos actúan como fieles escuderos, acompañándolo las 24 horas en la habitación, quienes agradecenel trato brindado por el personal del centro sanitario aunque no esté recibiendo el tratamiento indicado.
"Mi hermano requiere una gran estimulación y no la está obteniendo; la situación es desesperada y las lágrimas de quienes lo acompañan no ayudan a su recuperación. Mis padres se encuentran en una situación límite, tanto a nivel psicológico como físico", declara Susana, otra hermana, antes de clamar por una solución. "
Para afrontar esta situación, solicitamos que lo trasladen a Puerta del Mar, donde cuentan con una planta dedicada a la rehabilitación neurológica. Sin embargo, la mutua no ha llegado a un acuerdo con la Seguridad Social para llevar a cabo dicho traslado. En Sevilla, el resto de la familia no puede brindar ayuda, dado que todos tenemos compromisos laborales. No obstante, si fuera trasladado a Vithas, moveríamos cielo y tierra para afrontar la distancia, ya que ahí recibiría el tratamiento que merece", explican.
"El director de Asepeyo en Cádiz nos prometió con lágrimas en los ojos que iban a buscar una solución"
La familia critica fuertemente a la aseguradora, para la cual no tienen "ni una buena palabra":
"El director de Asepeyo en Cádiz nos prometió con lágrimas en los ojos que haría todo lo posible por ingresarlo en una clínica privada, ubicada en Cádiz (al menos para tenerlo cerca) el 30 de enero, ya que iban a firmar un convenio con la clínica.
Caímos en sus falacias, porque no se ha producido", declara Mariví, visiblemente emocionada. "Nos dicen que tanto Vithas como Astarté exceden el presupuesto; estamos hablando de un ser humano, no de un mueble. El pensamiento de la mutua es que mi hermano siga donde está hasta que el caso no pase por el tribunal médico, que puede ser dentro de un año, cuando el desenlace ya pueda ser fatal", añade.
San Fernando Información ha querido conocer la versión de la aseguradora respecto a este caso. Asepeyo afirma que, en calidad de mutua colaboradora con la Seguridad Social, asume los tratamientos sanitarios por accidente de trabajo, siguiendo la normativa. También argumenta que no tienen la libertad de elegir el centro y deben cumplir con las vías previamente concertadas.
Este drama destaca la brecha entre los derechos de los trabajadores y la realidad del sistema de atención médica para las personas que sufren accidentes laborales graves. La familia busca respuestas y una solución urgente mientras Juan Antonio enfrenta un tiempo crítico para su recuperación.