Misión cumplida tras tres décadas volcado en la cultura con la Academia San Romualdo

Publicado: 11/10/2023
José Carlos Fernández Moreno fue nombrado Académico de Honor en el acto inaugural del curso 2023/24
Durante su presidencia logró elevar a la academia a unas cotas inesperadas”. Con estas palabras, José Enrique de Benito Dorronzoro, presidente de la Academia de San Romualdo, elogió a José Carlos Fernández Moreno durante su nombramiento como Académico de Honor en el Centro de Congresos, coincidiendo con el inicio del curso académico, que estuvo presidido por la alcaldesa isleña, Patricia Cavada. 

La apertura 2023/24 contó también con la lectura del trabajo ganador del XLIX Concurso Internacional de Cuentos Puente Zuazo, Cambio de carril, a cargo de su autora Nélida Leal Rodríguez. Y, posteriormente, la conferencia titulada La investigación como herramienta esencial en la eliminación de las enfermedades desatendidas, que fue impartida por Jorge Avar Ezquerra, jefe del área del Centro Nacional de Medicina de España, quien fue presentado por el isleño y académico de San Romualdo, Antonio Campos Muñoz, catedrático en Histología por la Universidad de Granada.

José Carlos Fernández

Pero volviendo al principio, tocaba reconocer la figura de un personaje clave no solo para la Academia de San Romualdo, sino para el mundo de la cultura en una localidad como San Fernando donde tiene reservado un sitio con letras de oro: José Carlos Fernández Moreno.

A punto de cumplir 80 años, ha sido y es periodista, novelista, dramaturgo. pregonero y académico de San Romualdo desde el 15 de noviembre de 1994. Entre 1996 y 2004 fue vocal de Letras de la institución isleña y en ese 2004 fue elegido presidente, cargo que ostentó hasta diciembre de 2016. Durante ese periodo también ejerció como gerente de la Fundación de Cultura y director del Real Teatro de Las Cortes. En 2018 fue nombrado censor de la academia hasta la actualidad. También ha pregonado la Navidad de San Romualdo en dos ocasiones, una en 1994 y la otra 25 años después en el 2019. 



Durante su discurso de agradecimiento por tal distinción, José Carlos Fernández, lo primero que dijo fue “aquí en el dorso de mi medalla hay grabada una fecha: 15 de noviembre de 1994, día en el que tomé posesión de mi plaza de académico de número de San Romualdo, es decir, han pasado 30 años. Tempus fugit (el tiempo vuela). Me tomó juramento el presidente que en aquellos momentos ejercía el cargo, es decir, don Emilio Jiménez Villarejo. En aquellos tiempos, aún sin estar reflejado en los estatutos ni en el reglamento, era costumbre que el recipiendario invitara a cenar a la junta de gobierno, algo que tuvo lugar en el Castillo de San Romualdo”.

Y recordó que “yo tenía por aquel entonces una razonable cabellera y unas ganas e ilusión de trabajar por la academia sin parangón. Todo ello, menos lo de la cabellera, sigue intacto a día de hoy. La diferencia es que dentro de unos meses, si Dios quiere, cumpliré 80 años y que sufro indeseables limitaciones físicas que, muy a pesar mío, me impiden mantener el ritmo de actividades que he llevado durante toda mi vida”.

Fernández Moreno también habló del camino recorrido por la academia que, para nada, ha sido de rosas. “A lo largo de los años nos vimos obligados a enfrentarnos a constantes penurias económicas, a carencias de intraestructuras, ya que para no tener, no teníamos ni sede. Había aptitudes externas no siempre favorecedoras para con la academia. Nada de eso nubló mi ánimo, ni mis ganas de trabajar. Los que me conocen saben de sobra que me encantan los retos y que no soy nada acomodadizo. Pero, vaya por Dios, el corazón me ha llamado al orden”.

“Conforme se entra en mi estudio, el cuarto alto como yo le llamo, hay una fotografía de una tamaño importante enmarcada en la que se encuentran los miembros de aquella última junta que presidí y que, sin el temor de caer en el pecado de la exageración, yo la calificaría de heroica. Jerónimo Prieto, Ángel Torres, Manuel Baturone, Adelaida Bordés, Juan García-Cubillana, Juan Rafael Mena, Jaime Aragón y Fernando Belizón”, destacó el ya nuevo Académico de Honor, quien alabó que “aquella junta con limitadísimos recursos trabajo no solo con la academia, sino por el noble esplendor de los acontecimientos históricos para nuestra ciudad de San Fernando como la celebración del 2010, la de 2012 y el aniversario del primer ayuntamiento propio para La Isla en 2016, esta última abordando casi en su totalidad su programación y actividades. Una junta que aportó trabajo, capacidad de gestión, generosidad, tino en sus decisiones y no pocas renuncias en el  ámbito personal”, recordando las virtudes de muchos ellos que hoy no están entre nosotros.



Misión cumplida

José Carlos Fernández dejó un emotivo mensaje final. “Dicen que la felicidad es como un puzzle al que le falta una piecesita para ser completo. Tal vez en mi caso vino a insertarla la academia, porque los años en su seno han sido muy felices. Hoy concluye aquel recorrido que inicié en el mes de noviembre de 1994 y lo hago deseando a su presidente, su junta de gobierno y a sus académicos todo lo mejor en su apasionante labor. Me siento reconfortado porque, modestamente, llegado este momento puedo decir: misión cumplida. Algo que no tiene ningún mérito, porque es algo que me gusta; participar, luchar y trabajar por la cultura desde la academia y para mi ciudad. Hoy me distinguís con este grandísimo honor, que lleva aparejada una satisfacción personal y una condición intelectual que llevaré con orgullo y con las aptitudes que merece. Si ello fuera posible, me gustaría que en este momento se detuviera el tiempo para disfrutar sin límites de este hermoso instante. Muchas gracias a mis compañeros de la academia y muchas gracias a todos”.    

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