El cementerio de los ingleses

Comiendo cáncer

Uno de los productos afectados era algo tan nuestro como es el chorizo

Publicado: 29/03/2023 ·
19:45
· Actualizado: 29/03/2023 · 19:46
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Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Desconozco hasta qué punto algunos de los ingredientes que voy a citar son cancerígenos o no, pero supongo que el título de esta columna ha llamado su atención. Ingredientes: maíz, aceite de girasol alto oleico, sal, maltodextrina, potenciadores de sabor (E-621, E-631 y E-627), aroma, aroma de humo y acidulante (E-330). El producto del que les hablo no es más que un paquete de maíz frito (lo que por estos lares conocemos como quicos). Algo tan simple como debería ser el maíz frito en aceite hirviendo con un poco de sal se complica con nombres ininteligibles aderezados con letras y números que bien podrían corresponder con modelos de naves de Star Wars.

La alimentación es uno de los pilares de la salud. No sólo por lo mucho o poco que pueda haber en cuanto a la ingesta de alimentos, sino por la calidad de los mismos y su composición. Cuando, en su momento, se defenestró el uso del aceite de palma por su alto impacto ecológico y efectos poco deseables en la salud, muchos productos se anunciaban con la coletilla "ahora sin aceite de palma": lo que quiere decir que antes la llevaban. Faltó poner "la hemos quitado antes de que nos pillen". Otros la mantuvieron, conformándose con la mención en esa lista de ingredientes que hay que leer con microscopio (una letra con dimensiones legibles parece mucho pedir, leñe, que me hago mayor). Supongo que, si han leído hasta aquí, a cualquiera de ustedes se le podría ocurrir algún producto al que le haya ocurrido lo mismo con algún ingrediente.

Si seguimos haciendo memoria, hace algunos años que la OMS etiquetó como cancerígenas las carnes rojas y los productos procesados. Uno de los productos afectados era algo tan nuestro como es el chorizo. Años antes, se había prohibido la elaboración casera sin control veterinario de los animales con cuyos productos de matanza se elaboraban las chacinas. Recapitulando, la elaboración artesanal con productos naturales fue prohibida, a no ser que siguieras un control veterinario que encarece los productos hasta hacerlos poco competitivos, favoreciendo el mercado de los embutidos procesados. Luego, resulta que esos productos favorecen la aparición del cáncer. Y luego, para rematar, te venden los productos bio a precios que, si bien ahora tienden a moderarse un poco, tienden a ser más caros cuando no están a precio de ojo de la cara o de barril Brent. Es decir, que al final lo único que se ha hecho es encarecer por sus virtudes los productos de elaboración natural y tradicional y, si no, lo que te queda es ese producto procesado que la OMS te dice que no son buenos del todo. Válgamelzeñó.

Si alguien de entre ustedes se plantea dejar de fumar, ojo con los chicles y caramelos que se suelen usar para sobrellevar la ansiedad del síndrome de abstinencia. Si tienen azúcar, favorecerán su sobrepeso, incidirán en su salud dental y podrán resultar incluso adictivos. Si no tienen azúcar, normalmente se sustituye con sorbitol: este resulta ser laxante en ciertas dosis. Ojito cuidado, que lo mismo para dejar de fumar funciona porque, mientras se está usted descagarruciando vivo, no puede ir a por el paquete de tabaco que se dejó en la mesita baja del salón. A decir verdad, lo mínimo sería recomendar o advertir con letra legible y resaltada una dosis máxima para evitar esos efectos indeseados (como está de moda decir ahora en otros contextos).

Comprendo que es el mercado, amigos. Entiendo que las advertencias pueden disminuir las ventas y eso a nadie le gusta. Pero, miren ustedes, la mayoría compramos en grandes cadenas de supermercados o en tiendas de proximidad que a veces se aprovisionan en esas grandes cadenas también. Estas llevan años aprovechando cada crisis geopolítica para darle un subidón a los precios que no es que compense los sobrecostes derivados de la crisis de turno para mantener su margen de beneficios, sino que además los amplían. No hacerlo "habría sido un desastre", en palabras de Juan Roig, aunque la definición más correcta sería "tienen la cara de hormigón armado", que se dice en mi barrio. Ya que me están sableando por la comida aunque no haga falta una albaceteña para este atraco, concédanme el derecho a saber qué contiene esa comida y qué efectos puede tener. Ya que están subiendo los precios por encima de nuestras posibilidades, déjennos saber si estamos comiendo cáncer. O, al menos, que alguien legisle para que en los trabajos tengamos facilidades en el horiario para volver al mercado de abastos.

 

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